Encarnizada resistencia chechena al avance de las tropas rusas hacia el centro de Grozni
El asalto final a Grozni lanzado el sábado por las tropas rusas y los paramilitares chechenos de Bislán Gantamírov no está resultando el paseo triunfal que pronosticaban algunos jefes militares. No hay información fiable sobre lo que ocurre en la ciudad, pero está meridianamente claro que los rebeldes oponen una feroz resistencia a la penetración enemiga hacia el centro. Cortadas sus vías de escape, los boievikí chechenos se ven forzados a una lucha contra la lógica de que su enorme desventaja en hombres y armas respecto a los rusos sólo puede conducir a la toma de la ciudad, más pronto que tarde.
Los guerrilleros chechenos llevan todas las de perder, y las noticias que difundieron ayer sobre la suerte de la batalla sonaban exageradas. Según la página en Internet de los rebeldes, más de 500 soldados rusos y milicianos del ex alcalde de Grozni Bislán Gantamírov -sacado de la cárcel por Borís Yeltsin para combatir a los independentistas- murieron en los combates callejeros. A ellos habría que sumar otros 100 muertos por el fuego de ametralladoras y morteros al que estuvieron sometidos los federales durante la noche.Otras fuentes chechenas aseguraban que se luchaba encarnizadamente en numerosos barrios de la ciudad y que, a media tarde, el enemigo había sufrido otras 80 bajas y la pérdida de 19 vehículos blindados.
Se antojan demasiados muertos para una penetración desde al menos cuatro puntos efectuada con fuerte preparación artillera y con toda clase de precauciones para evitar lo que ocurrió la Nochevieja de 1994. Entonces, un asalto precipitado por unas tropas mal preparadas y escasamente motivadas terminó en una humillante derrota plasmada en centenares de cadáveres y decenas de blindados destruidos.
La conquista de la ciudad se hizo esperar luego muchas semanas, y el enorme precio pagado por los federales lastró, incluso emocionalmente, el curso posterior de la guerra.
Gantamírov afirma que sus milicianos habían avanzado hacia el centro. de Grozni y se encontraban cerca de la Casa de la Prensa. "Estamos efectuando", añadía, "una operación de limpieza, inspeccionando todos los edificios y sótanos en los que los rebeldes puedan haberse refugiado".
Los paramilitares chechenos, que conocen la ciudad tan bien como sus enemigos, encuentran fuerte resistencia, pero su jefe cree que la bandera rusa ondeará sobre un Grozni liberado el 31 de diciembre. "No habrá clemencia para los masjadovíes, los basayevíes y los jatabíes", aseguró Gantamírov en referencia a las fuerzas del presidente checheno y de sus señores de la guerra. Por su parte, lo único que pueden esperar si caen con vida en manos de sus compatriotas enemigos, que les consideran unos sucios traidores, es la muerte, y no precisamente por la vía rápida.
Avance inexorable
La progresión de paramilitares y federales parece inexorable. La primera cadena de la televisión estatal rusa (ORT) aseguraba ayer que las fuerzas de asalto han cruzado ya en varias ocasiones por la plaza de Minutka, aunque todavía no la controlaban.
Allí se libraron terribles combates en la guerra anterior, y ése fue también el escenario de la emboscada sufrida el día 17 pasado por una columna de blindados rusos. La ORT añadía que los rebeldes abandonan sin lucha (tras minarlas) muchas de sus posiciones y limitan su resistencia a calles y cruces de especial importancia.
Fuentes del Ministerio de Defensa ruso señalan que los boievikí continúan fortificando sus posiciones, sembrando la ciudad de minas, cavando trincheras y construyendo un sistema de comunicaciones subterráneo, sin dejar por ello de intentar huir de una derrota segura. Los milicianos se han visto obligados a recurrir a las emboscadas, por la imposibilidad de pelear en campo abierto.
"La posibilidad de abandonar Grozni no se ha planteado", declaraba ayer a la agencia Interfax el jefe militar checheno Isa Munáyev, contradiciendo las afirmaciones del mando ruso, que insiste en que han desarticulado en 24 horas tres intentos de escape.
Según el jefe del Estado Mayor rebelde, Mumadí Saidáyev, el supuesto asalto final se concreta en el avance de pequeños grupos de reconocimiento apoyados por carros de combate. Añadió que no se produjeron ayer grandes cambios posicionales, aunque sí un feroz intercambio de fuego de artillería y de morteros.
"Nada terrible está ocurriendo en Grozni", señalaba por su parte el jefe de las fuerzas rusas, general Víktor Kazántsev. "Prosigue la operación para liberar la ciudad de bandidos". Y cuando se le preguntó si la victoria estaba cerca, contestó: "No hay que darse prisa, pero pronto se verá"
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