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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tragedias atenuables

Como suele suceder en las catástrofes naturales, los cálculos iniciales de víctimas se multiplican a medida que pasan los días. Venezuela no es excepción, y sus autoridades avanzan ya la cifra de hasta 30.000 muertos o desaparecidos por los desprendimientos y las avalanchas de barro causados por las lluvias torrenciales. Muchos de los cadáveres no serán encontrados. La magnitud de los daños ha desbordado por completo la capacidad de respuesta del país y sumido a los venezolanos en el aturdimiento. El drama exige de la comunidad internacional una solidaridad sin fisuras.Numerosos desastres causados por la naturaleza no son, sin embargo, ajenos a la mano del hombre, a la devastadora agresión sobre nuestro entorno. El calentamiento de la Tierra, por ejemplo, es un factor determinante de la severidad con que en los últimos años se manifiestan los fenómenos climáticos en zonas tropicales: recuérdese el huracán Mitch o el reciente ciclón que asoló Orissa, en la India. En el caso venezolano -como en el de otros muchos países subdesarrollados donde el imperio de la ley es tan tenue como abismales las diferencias sociales-, los efectos del diluvio que ha sepultado una parte del Estado de Vargas habrían sido muy diferentes de producirse sobre un territorio apropiadamente ordenado. La anarquía urbanística, hija de la corrupción y la miseria, ha sembrado de chabolas durante años los cauces de los cursos de agua y sus proximidades. Miles de ranchos, poblados enteros habitados por decenas de miles de familias en condiciones infrahumanas, han sido engullidos por la furia del agua o arrasados por las piedras y el lodo. Expertos locales señalan que lluvias de igual o mayor magnitud caídas hace 30 o 40 años sobre los mismos lugares causaron daños proporcionalmente insignificantes. Pero entonces no eran hogar improvisado de casi 400.000 personas ni escenario de una política salvaje de deforestación con su secuela de erosión del terreno.

La subida del petróleo proporcionará a Venezuela algunos miles de millones suplementarios con los que atender la reconstrucción de una zona que tardará años en recuperar su antigua fisonomía. Pero si el poder constituyente impulsado por Chávez debe sacar alguna conclusión clara, ésa es que los temas medioambientales son parte inexcusable de cualquier política de Estado seria, que las leyes están para cumplirse. La dejación de Gobiernos venales, la corrupción institucionalizada, acaban pagándose en vidas inocentes.

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