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Con humor

LUIS DANIEL IZPIZUA

Recuerdo cómo, estando en la mili, un teniente con cierta fama de estar un poco pallá nos dijo mientras formábamos la guardia: "Y si ahora vierais aparecer un submarino ahí delante en el Urumea, ¿qué haríais?" A la altura del cuartel, la verdad es que el Urumea no daba para mucho más que para alguna piragua y para un sinfín de ratas, pero no recuerdo que nadie se riera a carcajadas ante tamaño disparate. Otro gallo hubiera cantado si aquella extravagancia, en lugar de un teniente con mando, la hubiera soltado un recluta en medio de una timba. La carcajada hubiera sido universal.

Estos días ha vuelto a emerger el submarino. Y tampoco se ha reído nadie. Me explico. Cuando, primero ETA y luego HB, han propuesto la creación de una Asamblea Constituyente de Euskal Herria, no he podido evitar acordarme del submarino de aquel teniente. La propuesta tiene todas las trazas del delirio de un arlote. Es como quien, sin tener medios para ello, quiere comprarse una casa, y como la garantía de su propiedad es la llave, se compra una llave a la espera quizá de que acabará apareciendo una puerta. En el caso que nos ocupa, se crea un parlamento de algo que no existe y se le atribuyen unas competencias tan virtuales como aquello que pretende representar. Si la idea se le hubiera ocurrido a un compañero de cuadrilla mientras nos tomábamos unas copas, la carcajada hubiera sido general. Pero el caso es que se le ha ocurrido a un teniente con mando. De ahí la ausencia de risas.

De la propuesta de HB se conocen pocos detalles concretos. No sabemos qué institución realizará la convocatoria, ni qué márgenes de validez se le conceden, ni qué ocurrirá con las instituciones aún en vigor, ni casi nada de casi nada. Podemos augurar que la convocatoria la realice Udalbiltza con el refrendo de los partidos abertzales y su miríada de satélites; que se le otorgará validez y representatividad al margen de cual sea el índice de participación; que afectará poco o casi nada a las instituciones navarras y vascofrancesas, pero muchísimo, tal y como está ocurriendo con todo este proceso, a las instituciones de la CAV, auténticas paganas de todo este delirio. No andamos escasos últimamente de la capacidad de augurar, pero acaso no merezca la pena presagiar nada. Salvo, tal vez, su fracaso. Mucho miedo hace falta para ahogar la carcajada. Pero los retretes de este país se han debido de convertir en auténticas casas de la risa. Y lo que a tanta risa mueve no puede salir adelante. Salvo con el terror, con mucho terror.

Toda la táctica del mundo de ETA a partir de la tregua responde a una táctica de golpe de Estado. Un golpe de Estado con fuerzas limitadas pero que trata de lograr los mismos efectos que un golpe clásico: un asalto a las instituciones, una modificación de las mismas, una renovación de quienes detentan el poder. Y trata de utilizar los mismos instrumentos habituales en un golpe de esas características: la fuerza y el tiempo. La fuerza limitada les está obligando a recurrir a la parodia democrática; en cuanto al tiempo, saben que éste actúa en su contra, de ahí sus prisas. De ahí también que la parsimonia de sus aliados les haya obligado a dar otra vuelta de tuerca. La escasa eficacia del terror difuso les ha llevado a activar la máquina de guerra como una amenaza, que se hará efectiva si ven que el proceso se sigue empantanando.

El proceso, no me cabe la menor duda, está condenado al fracaso. No ha hecho más que fracasar desde que se puso en marcha. Pero no sabemos el precio que habremos de pagar por todo este dislate. Un precio en dolor, en sufrimiento. Y un precio político, porque después ya nada será igual, empezando por unas instituciones que han sido depauperadas, que están siendo devaluadas, sometidas al ridículo. Es triste pensar en el fracaso como único horizonte. Pero en esas estamos. Urge, sin embargo, plantear una alternativa, y por sorprendente que pueda parecer, la iniciativa para ello sólo puede estar en manos de los no nacionalistas. En estos momentos Ibarretxe no puede convocar una mesa de diálogo. El único que podría convocarla sería el Gobierno español. ¿Para hacer concesiones a ETA? No, para recomponer un país que se está fracturando. Una mesa a la que también tendría que ser invitada HB en una iniciativa que no creo que fuera del gusto de ETA. Pero a ETA quizá haya que empezar a dejarla al margen. En soledad, tal vez también a ellos les entre la risa.

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