Aún hay clases
Cualquier pedazo de la materia de este universo está hecho de moléculas, y éstas, a su vez, de átomos. Y existe un montón de átomos que, dispuestos según un orden muy particular, equivale a Dimitri Mendeleïev, el gran ruso del siglo XIX que ideó su clasificación, la Tabla Periódica. Había muchos huecos en ella: nada menos que las precisas y preciosas predicciones de los elementos aún por descubrir. Desde entonces, la tabla no ha dejado de moverse. En ella se basa la comprensión de la materia, pero parte de ésta es, además, materia viva, y Mendeleïev no da para tanto.Pudo ser una planta como el árbol, pero fue un animal (Reino): un ente multicelular que se alimenta de sustancias orgánicas complejas. Pudo ser un artrópodo como la araña, pero fue un cordado (Filum): un animal con médula nerviosa dorsal hueca. Pudo ser un tunicado como la ascidia, pero fue un vertebrado (Subfilum): un cordado con la médula espinal protegida por una columna vertebral. Pudo ser un pez como el tiburón, pero fue un tetrápodo (Superclase): un vertebrado terrestre con cuatro patas. Pudo ser un reptil como el lagarto, pero fue un mamífero (Clase): un tetrápodo peludo de alta temperatura y glándulas mamarias. Pudo ser un carnívoro como el lobo, pero fue un primate (Orden): un mamífero arborícola con dedos y uñas. Pudo ser un cercopitécido como el macaco, pero fue un homínido (Familia): un primate de cara plana, visión frontal y locomoción confiada a las extremidades posteriores. Pudo ser un Australopithecus como "Lucy", pero fue un Homo (Género): un homínido con lenguaje y larga infancia. Pudo ser un Homo neanderthalensis, pero fue un Homo sapiens: un Homo de frente alta y dotado para el pensamiento abstracto. Pudo llamarse John Smith, pero se llamó Carolus Linneaus (Nombre), genial naturalista sueco del siglo XVIII, un ser idéntico sólo a sí mismo que ideó la clasificación de los seres vivos: un sistema que en principio prevé (acoge a) cualquier nueva criatura con la que nos podamos topar. La clasificación es una forma de la inteligibilidad científica. Un objeto se comprende (se entiende) porque se comprende en una clase (se comprime). Los criterios de clasificación para los seres vivos no son ya sólo morfológicos, sino también históricos (cladismo). Por ejemplo, la serpiente es un reptil, y por tanto un tetrápodo, a pesar de haber perdido las patas. Linneaus era anterior a Darwin, pero la grandeza de su sistema está en que una buena taxonomía de la vida visible equivale a una buena reconstrucción de la evolución. Pero parte de la materia viva es además materia inteligente, y Linneaus no da para tanto.
Sospechamos que una hormiga, un pulpo, un perro y un humano tienen inteligencias diferentes. Intentemos clasificar. Una hormiga es un ser vivo no inteligente, en ella todo está programado. Llamemos inteligencia I la que, fracasado un plan A, busca y encuentra un plan B. El pulpo (que no una hormiga ni un calamar) entra en esta categoría porque, azuzado por el hambre, es capaz de abrir un frasco que contiene comida. Pero un perro (que no un pulpo ni una liebre) es capaz además de controlar sus instintos y puede llegar, por ejemplo, a respetar una alfombra persa aunque le revienten las tripas. Llamemos inteligencia II la que administra instintos. Pero un humano (que no un perro ni un gorila) es capaz además de crear símbolos. Llamemos inteligencia III la que separa lo esencial de lo accesorio, la que descubre lo común en lo diverso, la que reduce, la que comprende. Es la inteligencia de la inteligibilidad científica la que, por ejemplo, es capaz de clasificar.
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