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Retorno a Boukornine

El CSIC culmina un programa de cría de unas raras gacelas africanas con la entrega de 17 a Túnez

Pasar de la semioscuridad al estrellato en un solo salto debe dar mucho miedo. Eso al menos sugería la expresión de las 17 gacelas que ayer tarde miraban estáticas y temblorosas a la nube de cámaras y autoridades con que se encontraban nada más salir de su cajón. Tras el primer susto, dos segundos para calcular la mejor forma de sortear a los fotógrafos, cuatro saltos... y la libertad.El Parque Nacional de Boukornine, en el extremo suroeste del golfo de Túnez, es desde ayer el nuevo hogar de estas gacelas de montaña -gacelas cuvier- nacidas en el Parque de Rescate de la Fauna Sahariana del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) en Almería. Ellas no lo saben, pero vuelven a casa. Sus antepasados desaparecieron de ese bosque tunecino en 1936, y sobre ellas recae ahora la responsabilidad de repoblarlo. Si todo sale bien, dentro de seis meses habrá ya una nueva generación, aseguran los biólogos.

La reintroducción de la gacela de montaña africana o gacela cuvier en este parque nacional es la culminación de un programa empezado a finales de los setenta en el parque almeriense, donde se crían además otras dos especies de gacelas y el arrui sahariano. Es el único parque en Europa dedicado a la cría en cautividad de estas especies, sobre las que hay poca experiencia a pesar de que se consideran amenazadas o, en el caso del arrui, extintas.

En el parque se han obtenido ya unas 170 gacelas cuvier. Todas descienden de dos hembras y un macho traídos del Sáhara Occidental, y algunas han sido cedidas ya a zoológicos estadounidenses y marroquíes. Pero ésta es la primera vez que se las devuelve al medio natural. Los animales han sido cedidos gratuitamente en virtud de un proyecto financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional. Los técnicos tunecinos que ayer tarde admiraban a los animales pasaron varias semanas formándose en Almería.

El viaje ha debido ser duro para las gacelas, doce hembras y cinco machos de entre uno y ocho años seleccionados por su composición genética, según explica Mar Cano, bióloga a cargo del proyecto. La odisea empezó el lunes por la tarde: cinco técnicos, un veterinario y las dos biólogas del parque invirtieron todo el día en capturar con redes a los animales y meterlos en sus cajas de madera.

Metro y medio de alto y de largo por medio metro de ancho, el espacio justo para que una gacela sedada no se mueva y no pueda partirse los cuernos. Algunos de los técnicos almerienses muestran cicatrices de hasta siete cornadas y coces de anteriores experiencias, pero esta vez la sangre no llegó al río.

A las ocho de la mañana de ayer, un Hércules de las Fuerzas Armadas despegó con los animales rumbo a Túnez. Una vez en libertad, los técnicos tunecinos seguirán el crecimiento de la población y el estado físico de los animales.

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