Los caballos de Israel

EL SILENCIO en el frente negociador sirio desde la llegada al poder en Israel de Ehud Barak, en julio pasado, presagiaba la celebración de contactos secretos entre las partes. Su fruto evidente es el anuncio de que la semana próxima el propio Barak y el ministro de Exteriores sirio, Faruk Shara, reanudarán los contactos oficiales, interrumpidos en 1996, sobre la retirada israelí del Golán. A la secretaria de Estado de EEUU, Madeleine Albright, sólo le quedaba recoger la confirmación de los interesados para decir, teatralmente, que con sólo una visita de unas horas a Damasco y a Jerusalén había obtenido ese asentimiento.También la inminencia de la apertura del informe sirio explica la desenvoltura con que Barak viene tratando a los palestinos. Esto es así porque el líder laborista está jugando con mano maestra dos caballos negociadores. Sólo con hablar a Siria presiona a Yasir Arafat, y la posibilidad de un acuerdo final con la Autoridad Palestina recuerda al presidente Asad que no le interesa quedar descolgado de una paz general en la zona.

En Washington, Shara sostendrá que en 1996 Israel ya se comprometió a una retirada total a cambio del establecimiento de relaciones diplomáticas plenas, y Barak, que todo está por hablar. Pero eso no quita que parezca haber una oportunidad real de paz con un presidente Asad al que muchos dan por físicamente acabado y que por ello pueda tener interés en retirarse con la devolución de las colinas como regalo de despedida a su sucesor, para lo que lleva algún tiempo preparando, muy dinásticamente, a uno de sus hijos.

El Israel de Barak no parece temerle a la paz, como sí le ha temido hasta ahora Siria, cuyo régimen se quedaría, paradójicamente, sin el sostén que su reivindicación ofrece a la dictadura. Es de desear que ello no lleve a una firma de mínimos con los palestinos, porque eso podría ser todo menos la paz.