Casta y bravura bajo la luz de los focos
La infanta doña Elena inaugura en el madrileño parque ferial Juan Carlos I la segunda edición de Ibertoro
Ese contacto íntimo con el protagonista de la fiesta con el que tantas veces ha soñado el aficionado puede llegar a hacerse realidad si se anima a darse una vuelta por el Pabellón 5 del Recinto Ferial Juan Carlos I (IFEMA) durante los días que quedan hasta el 12 de diciembre. El salón fue inaugurado ayer por la infanta doña Elena, a la que acompañaba José Bono, presidente de la Comunidad de Castilla-La Mancha.La estación de metro de Campo de las Naciones le pone al visitante casi en la puerta.Y después de dejar 1.500 pesetas en la taquilla, precio que le da derecho, además, a curiosear por el Pabellón 3, sede del VII Salón del Caballo en Madrid (Ecumad), ya puede dedicarse a satisfacer su afición.
La primera sorpresa se la da la presencia de la bravura enjaulada. Allí están siete vacas de distinto trapío y pelaje prisioneras entre rejas. Representan a los principales encastes del toro de lidia. El de Vega-Villar lo ostenta una vaca de Barcial, berrenda y de patas blancas, como no podía ser menos. Una vaca cárdena, muy asaltillada, del ganadero Adolfo Martín, tiene el honor de representar la casta de Albaserrada. Y una vaca jabonera, de casta vazqueña, se mosquea con el visitante mirón, se encara con él, y escarba, torva y amenazadora.
Para quitarse el susto de encima, el aficionado se dirige a la sala de conferencias. Allí tienen lugar las charlas y debates de las mesas redondas. Por allí están el crítico taurino Javier Villán, el ganadero Adolfo Martín, los matadores de toros Manolo Vázquez y Niño de la Capea y el aficionado Julio Stuyck, hijo del famoso don Livinio. Disertan sobre qué cosa es ser figura del toreo. La afirmación de que El Cordobés fue figura, lanzada al auditorio por Niño de la Capea, levanta una airada polémica.
El plato fuerte que ofrece esta edición de Ibertoro es el de los concursos de tientas de distintas ganaderías. Dentro de cada jornada se tentarán reses de los encastes Murube, Santa Coloma y Parladé. El domingo día 12 tendrá lugar una tienta de machos de distintas ganaderías.
Se ha montado una placita, en el interior del pabellón, para el desarrollo de la tienta. Ésta tiene lugar perturbada por los ruidos constantes del recinto y la inquietud del público, que no se está quieto en las gradas. Vaquillas de las ganaderías de Felipe Navas, Luis Terrón y Los Espartales, todas de encaste Murube, exhiben más mansedumbre que bravura. El matador de toros El Madrileño y el picador Luis Miguel Leiro, se lucen en la tarea. Y el periodista José Luis Carabias, mano a mano con el ganadero de turno, dan cumplidas explicaciones del desarrollo de la tienta, que algunos escuchan con interés y otros como el que oye llover.
A la salida de la placita, el aficionado se topa con un museo taurino. Allí va a ver una colección de objetos relacionados con toreros de fama. Todos han sido cedidos por el Museo Taurino Coronita de México. Fotografías, añejos carteles, cabezas de toros famosos, trajes de luces con la pátina del tiempo y la gloria.
Con los ojos encandilados por el brillo del pasado, el visitante sale a recorrer el lugar. Pasa un colegio de niños, con el asombro a flor de piel. Para ellos hay una zona especialmente dedicada, en la que pueden tomar su primer contacto con la práctica del toreo. Un pequeño ruedo, en el que podrán aprender a dar los ansiados muletazos con el magisterio de alumnos de la Escuela Taurina de Madrid.
El aficionado está convencido de que merece la pena volver. Quedan tres mesas redondas, que van a moderar los críticos Juan Posada, Carlos Ilián y Alfonso Navalón. A este último le ha tocado lidiar, el próximo domingo, un tema apasionante: el de la actitud del sector contestario de Las Ventas. Y el aficionado no se lo piensa perder.
Babelia
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