El conflicto entre Grecia y Turquía todavía amenaza la cumbre de la UE de Helsinki
La cuestión turca planea nuevamente como una grave amenaza sobre una cumbre. La presidencia finlandesa de la Unión Europea (UE) y el alto representante de su política exterior, Javier Solana, pugnan hoy por llegar a un acuerdo con el primer ministro griego, Costas Simitis, que evite su veto y permita elevar a Turquía a "candidata" a un futuro ingreso en la Europa comunitaria. Sólo así se salvará el Consejo Europeo que se inicia en Helsinki mañana, y que consagrará las nuevas bases de la política exterior común.
Los Quince están ya de acuerdo en reforzar el proceso de ampliación incorporando al grupo zaguero -Rumania, Bulgaria, Eslovaquia, Lituania, Letonia y Malta- a las negociaciones. Y se comprometerán a prepararse para admitir nuevos socios desde el 2003, lo que decepciona, por tardío, a algunos candidatos. "Nosotros tenemos también opiniones públicas", justificó ayer el presidente de la Comisión, Romano Prodi.Queda Turquía. Yorgos Papandreu, el ministro griego de Exteriores, ha protagonizado desde el verano una inédita apertura hacia Ankara. Eliminó el veto de principio griego a cualquier aproximación. Pero dejó claro en el Consejo de Asuntos Generales -titulares de Exteriores- del lunes que bloqueará la elevación de Turquía a candidata si no se cumplen tres condiciones.
Primera, el mar Egeo: que Ankara concrete el compromiso genérico exigido a todo candidato de que someterá sus litigios territoriales al Tribunal de La Haya. La Agenda 2000 indicaba que ese compromiso debe adoptarse "antes de su entrada" a la Comunidad, pero Atenas pretende concretarlo ahora para que no se aplace sin fecha. Para Ankara resulta un trágala, porque entiende esta exigencia como una renuncia de soberanía.
Segunda, Chipre: que los Quince se comprometan al ingreso "automático" de Chipre -incluso sin reunificación previa- una vez que el Gobierno de Nicosia cumpla las condiciones de ingreso. Atenas argumenta que si se insiste en la recomendación de la reconciliación previa entre las comunidades greco y turcochipriota, en condiciones de invasión militar turca de la isla, se está regalando a Ankara un inaceptable derecho de veto sobre Chipre. Otros creen que ese automatismo empujaría al Gobierno legal de Nicosia a ignorar a la minoría turca y dinamitar la negociación reiniciada bajo paraguas de la ONU.
Para cortar ese doble nudo gordiano, los negociadores proponen a Atenas una fórmula blanda, según la cual "el Consejo de Ministros comunitario decidirá en su momento" sobre la adhesión de Chipre. Nunca hay ingresos automáticos, siempre media una decisión del Consejo una vez acabadas las negociaciones de adhesión, "pero hasta ahora no se ha explicitado, y hacerlo tiene un valor político", sostiene Solana. Sería el síntoma de un compromiso moral no escrito de dar acceso rápido a Nicosia, si ésta se esfuerza en la reconciliación. ¿Le bastará a una Atenas en plena precampaña electoral?
Pena de muerte
Tercera, los derechos humanos: Atenas, y otros, pretende el compromiso de que Turquía seguirá un mapa de carreteras hacia la democratización, para lo que es buen síntoma su aceptación de la jurisdicción del Tribunal de Estrasburgo sobre la condena a muerte de Abdalá Ocalan. Es un asunto menos difícil.
La UE pretende cuadrar un círculo: no exigir condiciones específicas a Ankara, pero al tiempo obtener de ella compromisos suficientes para Atenas. Si no lo logra, se agravará la crisis abierta en la cumbre de Luxemburgo, hace ahora dos años. Además, Turquía podría tomar como rehén las relaciones de la UE con la OTAN, de la que es socia, obstaculizando la Identidad Europea de Defensa y el préstamo de material de la Alianza para operaciones de mantenimiento de la paz efectuadas por la UE dentro de su renovada Política Exterior y de Seguridad Común (PESC). Justo lo que constituye la joya de la corona de esta cumbre, que consagrará la creación de un cuerpo militar con 50.000 soldados sólo para intervenciones europeas.
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