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Los significados de Seattle JOSEP MARIA MONTANER

Afortunadamente, una de las últimas noticias destacables del final de siglo posee una gran riqueza de significados. Los conflictos que estallaron durante la cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Seattle han puesto en evidencia hechos bastantes trascendentales cuyos significados podemos intentar interpretar desde tres ópticas: el carácter propio de Seattle; los acontecimientos de Seattle como puesta en escena de las contradicciones del imperialismo globalizador; y, por último, dicho fenómeno en relación con nuestra sociedad.Seattle, emblema de ciudad rica, culta y creativa, se ha convertido en los años noventa en ejemplo de ciudad que trabaja en la dirección de la sostenibilidad, intentando conciliar los compromisos de la Administración con la iniciativa de los ciudadanos. Con sus indicadores de sostenibilidad iniciados en 1993 y su Plan General hacia Seattle Sostenible (1994-2014) está intentando demostrar que un cuidado por el medio ambiente y la sociabilidad acaba siendo rentable económicamente para la comunidad y beneficioso para todo el planeta, sobre todo si se considera que el indicador de la calidad de vida vecinal amistosa e interconectada es tan importante como el PIB.

Por ello, no es casual que Seattle, una ciudad prestigiosa por su capacidad para organizar eventos deportivos, musicales, culturales o económicos, fuera elegida como sede de la magna reunión de empresarios y políticos, y que, al mismo tiempo, Seattle, con sus calles y parques, con sus facilidades para establecer contactos sociales y culturales, potenciara un despliegue inusitado de grupos alternativos -ecologistas, sindicalistas, anarquistas, movimientos vecinales y organizaciones no gubernamentales-, representantes de aquellos sectores que se oponen a una concepción imperialista y exclusiva de la globalización. Una estructura urbana bien cohesionada ha servido de escenario para poner en evidencia las graves contradicciones del neoliberalismo y para permitir identificar, aunque fuera muy fugazmente, a los representantes de los distintos bandos, incluyendo a las fuerzas policiales, defensoras como siempre de los intereses de los poderosos. Todo un privilegio de visión en una época en la que se está haciendo tan difícil otorgar rostro a los protagonistas de la historia, con empresarios camuflados tras las siglas de las compañías transnacionales y proletariados explotados en los países productores. Toda una esperanza en un periodo en el que se había proclamado el fin de las ideologías y de la historia y en el que para los intelectuales neoliberales no existía otra alternativa moderna que la lógica inapelable del mercado.

Los hechos de Seattle han puesto en evidencia hasta qué punto esta nueva ronda de liberalización comercial mundial, implacablemente depredadora con toda normativa o regularización local, es totalmente incompatible con la sostenibilidad, con el respeto por el medio ambiente y por las diferencias culturales, y en qué medida agrava los desequilibrios regionales y las desigualdades sociales.

En este sentido, los efectos de la presión de la economía global ya se están notando en los territorios y en las ciudades al imponer

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