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Tribuna
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Gerontocracia

Félix de Azúa

Como no todo el mundo puede ganar 2.000 millones honradamente, algunos ciudadanos se ven en la obligación de trabajar. Así, por ejemplo, Tono, un chaval aficionado a los instrumentos musicales de la época cervantina. Lleva muchos años apuntado al paro y por fin, hace unas semanas, le llamaron de una ETT. Le ofrecieron trabajar de "documentalista" a 790 pelas brutas la hora (555 sueldo base), quizás porque es licenciado en Historia del Arte. Lo de "documentalista" luego se redujo a "clasificar historiales médicos", pero le garantizaban un año de contrato y aceptó. Aunque le pillaba lejos, con dos transbordos llegaba al trabajo en hora y media, a las ocho de la mañana. Sólo tenía que levantarse a las seis.El primer día se encontró muerto de frío en un galpón infame, sin iluminación y abierto a dos vientos. Allí le ordenaron que trasladara de un extremo a otro del almacén unas cajas de 20 kilos llenas de radiografías. Otra chica, contratada por la misma ETT, se lesionó la columna a la segunda jornada. El tercer día, una vez acarreadas las cajas, recibió la orden de barrer la nave porque la suciedad era perjudicial para las láminas. El cuarto día lo dedicó a clasificar radiografías. Como no es agradable aguantar de pie ocho horas y no había sillas, se sentó en la mesa, pero acudió el capataz muy amostazado y le dijo que ésa no era manera de trabajar. "¡De pie, de pie; hala, hala!". Al sexto día le despidieron. Entonces comprendió por qué la ETT no le había dado a firmar su contrato. En el finiquito constaba que el trabajo tenía riesgos laborales y que no había representante sindical. Esto último era un rasgo de humor negro. Pero faltaba la última humillación. El capataz le descontó una hora (¡500 pelas!): media porque el primer día se perdió y llegó con 20 minutos de retraso, la otra media porque el despido se produjo media hora antes de acabar la jornada. La mili era más humana.

Que España va bien es evidente, sobre todo para algunos. Un régimen esclavista tiene muchas posibilidades de montar buenos negocios. Hay que ser más obtuso, si cabe, que nuestros actuales gerifaltes para arruinar una economía basada en la esclavitud de los menores de 30 años. Pero exigir a los esclavos que elijan a su amo me parece una crueldad innecesaria. Retírenles el voto, por favor.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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