Carta blanca a Rattle
El corazón musical de París estaba dividido el pasado fin de semana. A las mismas horas, y a una distancia de cien metros, coincidían las representaciones de El pabellón de las peonías, ópera china del siglo XVI, en La Villette, con cinco conciertos de la Orquesta de Birmingham en la Cité de la Musique, en los que Simon Rattle tenía carta blanca para desplegar sus miradas hacia la música. No era fácil decantarse por un lado u otro de la calle, y así algunos espectadores alternaron un poquito de aquí y de allá, una solución, en cualquier caso, mucho más satisfactoria que no tener posibilidad de elección.Simon Rattle tomará el relevo como director de la Filarmónica de Berlín cuando Claudio Abbado ponga punto final a su mandato. Tiene 44 años, es de Liverpool y se ha curtido como un jabato con la Orquesta de Birminghan. El último verano dirigió en Salzburgo obras orquestales de Kurtag y Mahler, además de una ópera de Rameau, con su estilo desenfadado, sus chalecos de fantasía y sus pelos controladamente alborotados. Poco importaba el aspecto frente a la alegría de hacer música que desprendían sus versiones. Está en el centro del volcán. En Rattle confluyen muchas esperanzas para el futuro de la música orquestal del siglo XXI.
