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Un empleado reconoce que hizo los agujeros en la barca de Banyoles

Un empleado de Polimar 3.000, los astilleros que construyeron la embarcación que naufragó en el lago de Banyoles hace más de un año causando la muerte de 21 jubilados franceses, ha admitido ante la juez del caso haber practicado, junto a otro compañero, los agujeros de las rejillas de ventilación que actuaron como vía de entrada de agua en la nave y provocaron su hundimiento. El operario, Miguel Bernal, declaró a petición de la defensa de los dos propietarios de la embarcación siniestrada, Bartomeu Gayolà y Simón Rodríguez, principales imputados en la causa. Bernal exculpó totalmente a su patrón, Esteve Rabassa, y aseguró que había hecho las aberturas por indicación expresa de Rodríguez. Este nuevo testigo, que trabaja en los astilleros desde hace unos diez años, sorprendió a las partes cuando declaró que desconocía que los orificios que él practicó en la embarcación habían sido la causa principal del hundimiento del barco. Se había preguntado a su patrón sobre este particular numerosas veces a lo largo de la investigación judicial y éste siempre había negado que los astilleros tuvieran nada que ver con las rejillas de ventilación que se instalaron en la barca cuando la barca ya había sido botada. Bernal, que no tiene conocimientos de náutica, justificó su dilatado silencio afirmando que hasta que no hubo recibido la visita de los detectives contratados por los propietarios de la barca, no había caído en la cuenta de que sus trabajos pudieron tener algo que ver con el naufragio.

La juez llamará a declarar al compañero de trabajo de Bernal, de nombre Antonio, quien le ayudó a la hora de hacer las aberturas en el casco. Según Bernal, fue Simón Rodríguez quien le entregó las rejillas que debían instalarse en la popa de la embarcación. En su declaración, Bernal explicó que no era excepcional que Rodríguez dirigiera los pequeños trabajos que los empleados de Rabassa realizaban en sus embarcaciones turísticas.

La defensa de los propietarios de la barca intenta probar que la decisión de realizar los agujeros fue técnica y que no puede atribuirse a los empresarios.

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