En casa de Arafat
TODO EL mundo sabe que la Autoridad Nacional Palestina que preside Yasir Arafat es una de las administraciones más corruptas, ineficientes y arbitrarias que imaginar quepa. Pero una cosa es que eso se sepa y, por lo visto, otra muy diferente que se pueda hablar de ello en el territorio bajo su jurisdicción. Una reciente carta dirigida a la autoridad autonómica y firmada por una veintena de notables y militantes del movimiento de liberación de Palestina, que criticaba el desbarajuste culpable y las formas dictatoriales del gobierno de Arafat, está dando lugar a una polémica que rayaría en la ópera bufa, si no fuera porque se está jugando con el futuro y con la reputación de las personas.De los firmantes, cinco se han arrepentido ya en una pantomima que en las formas hasta se parece a los juicios de las purgas estalinianas. En la cárcel, en la que estos fueron internados con la mayor premura, todo parece indicar que los críticos de la autoridad fueron convencidos de la conveniencia de cambiar de opinión. Y así lo han hecho presentado públicamente sus excusas. No contento con ello, sin embargo, Arafat ha recurrido al montaje que todos los dictadores tienen más a mano: la concentración de partidarios agitando banderolas, proclamando su inquebrantable lealtad al jefe, justificándolo todo con la invocación de esa madre ciega y redentora que es la patria, y creando un contexto en el que quien no pida perdón ya sabe a qué atenerse; de momento, uno de los firmantes ya fue tiroteado ayer, como quien da un aviso. Magnánimamente, por su parte, el presidente palestino ha retirado ya todas las acusaciones contra los que han hecho marcha atrás a tiempo, en lo que no es sino una cruda manifestación del patrimonialismo con que el estadillo de Arafat entiende la cosa pública.
De los demás firmantes, seis siguen en prisión o arresto domiciliario y nueve se hallan en libertad porque gozan de la inmunidad que les da ser miembros del Parlamento palestino. Pero todos ellos están igualmente conminados a retractarse o ser ominosamenteconsiderados enemigos de la causa palestina.
Es verdad que la figura de Yasir Arafat, como encarnación de la lucha de su pueblo, merece un respeto histórico, y que su continuidad en el cargo, a pesar de la evidente fragilidad física que le aqueja, no está sometida a discusión en los medios políticos palestinos. Todo el mundo prefiere que siga Arafat en el poder a cualquier otra alternativa, que, sin duda, nunca obtendría un respaldo popular comparable al del rais. Pero eso no puede ser una patente de corso para que bajo su autoridad, y con o sin su conocimiento, el experimento autonómico sea un fondo de reptiles al por mayor, que recompensa al sicofante y castiga al crítico o independiente. Y no olvidemos que la propia esposa del líder, Suha, en una entrevista publicada hace unos meses en este periódico, acusó públicamente al círculo íntimo de Yasir Arafat de estar sumido en la peor de las corrupciones.
La UE , que tanto ha contribuido a la financiación de lo que hoy no es más que una dictadura ineficaz y venal, haría bien en exigir cuentas de cómo se gasta su dinero. Para dejar bien claro que no hay líder histórico que valga que justifique parecido comportamiento.
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