Dahrendorf afirma que aún queda mucho para alcanzar la plena ciudadanía europea
El sociólogo británico lord Ralf Dahrendorf se siente cómodo hablando de ciudadanía. "El concepto me gusta y lo uso con frecuencia", dice. Pero la comodidad desaparece cuando se refiere a Europa. A su juicio, existen dos maneras de entender la ciudadanía. Una es dura o práctica, y la otra débil o teórica. Dahrendorf considera que a los europeos aún les queda mucho para alcanzar la plena ciudadanía europea. Ésta fue la tesis de la conferencia con la que clausuró ayer el ciclo sobre La educación que queremos, organizado en Madrid por la Fundación Santillana.
En su intervención, titulada Los ciudadanos de la Europa del siglo XXI, Dahrendorf, nombrado lord en 1993, explicó que el concepto duro (hard) de ciudadanía viene definido por una serie de derechos básicos compartidos por un conjunto de individuos que pertenecen a un territorio determinado. En este sentido, la ciudadanía se caracteriza por la existencia de Parlamentos elegidos democráticamente para hacer leyes, y tribunales a los que los ciudadanos pueden acudir a exigir el cumplimiento de sus derechos fundamentales. A juicio de Dahrendorf, de momento ninguna de esas dos instancias tiene más poder en la UE que en los Estados que la componen.La ciudadanía débil (soft) o teórica se basa, en cambio, en "el sentimiento de pertenencia a una comunidad, el deseo de compartir aspiraciones y creencias con otras personas". A este tipo de ciudadanía corresponde la identidad simbólica que hace a los individuos sentirse ciudadanos del mundo o de Occidente, y también, hasta cierto punto, de Europa.
Etapa intermedia
Con estas premisas, Dahrendorf situó a la ciudadanía europea en una etapa intermedia en el viaje desde el concepto débil al duro. Y puso de ejemplo su propio pasaporte, por un lado similar en color y aspecto al de cualquier europeo; pero no idéntico, en cuanto a los rasgos que lo distinguen como propio de un ciudadano británico.
El acuerdo de Schengen, las elecciones parlamentarias y la adhesión a la Convención Europea de los Derechos Humanos, son los "tímidos" logros hacia la integración europea que, a juicio del pensador británico, se encaminarían hacia una materialización de la concepción dura de ciudadanía europea.
"Existe al menos la pretensión de consolidar una ciudadanía europea, pero de momento se basa más en vagas promesas que en realidades concretas", aseguró Dahrendorf en su conferencia.
Dahrendorf, quien a lo largo de su carrera ha combinado las tareas de sociólogo, politólogo y economista, afirma que el paso a una ciudadanía dura es deseable. "Siempre que no abandonemos las garantías y los derechos de que se disponemos por ser ciudadanos de nuestro respectivo Estado-nación. Debemos asegurar que los cambiamos por otros iguales".
El intelectual británico dice que en la conquista de una ciudadanía europea real, con sus derechos "puros y duros", queda mucho camino por andar. Según lord Dahrendorf, los habitantes europeos corren el peligro de sentirse cómodos con su concepto teórico de ciudadanos europeos y creer que no necesitan unos derechos básicos.
"Muchos ciudadanos dicen que Europa les importa, que es su hogar y se sienten cómodos en ella", señaló Dahrendorf, "pero es un concepto popular, que tiene que ver con la libertad de movimiento, Eurovisión y la Copa de Europa". El sociólogo entiende como "europeísmo necesario" el que dé una identidad más allá de lo local, lo regional y lo nacional. El camino para lograr esta meta radica, a juicio de Dahrendorf, en la educación.
No a la homogeneización
El sociólogo aboga por una enseñanza que no persiga la armonización, sino la "convertibilidad". En esta línea, huir de la homogeneización es necesario para preservar esas "diferencias fructíferas que suponen la principal característica de Europa". "Lo importante son los resultados finales", dijo a propósito de educar en el europeísmo. "Si los resultados son aceptables, no importa el detalle de cómo se hayan conseguido", apostilló. En conclusión, su modelo es una Europa que conserve el modelo de Estado-nación, donde convivan ciudadanos con diferente origen étnico, cultural o religioso.
Ralf Dahrendorf nació en Hamburgo en 1929. Militó primero en la socialdemocracia y luego en el Partido Liberal. El Gobierno alemán le nombró en 1970 comisario europeo para el comercio internacional y las relaciones exteriores.
En el año 1974 se nacionalizó británico y fue elegido director de la London School of Economics (cargo que ocupó durante 10 años), por la que ya había pasado como alumno de sociología. Más tarde dirigió el St. Anthony College de Oxford, sucediendo en el cargo al hispanista Raymond Carr, quien también participó en el ciclo de otoño de conferencias de la Fundación Santillana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.