Eduardo Arroyo recrea su "paraíso perdido" en sus últimas esculturas
Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) ha pasado por todos los registros artísticos. Aunque su referente más conocido sea la pintura, ha practicado la escultura y la escenografía teatral. Fruto de este trasiego que se define por no ser lineal y repetitivo, la galería Carles Taché de Barcelona inauguró ayer una exposición del artista formada por esculturas inéditas realizadas en su casa del valle de Laciana, en León, que él considera su "paraíso perdido".
La exposición, abierta hasta el 8 de enero, la forman tres pinturas en las que recrea paisajes del valle de Leciana y dos conjuntos escultóricos de gran proximidad formal, pero de distinto matiz alegórico. Por un lado, podemos contemplar la serie Los unicornios, consistente en obras de formas parcialmente evocadoras del mítico animal realizadas en metal, piedra y madera del valle donde reside largas temporadas. "Son trabajos en los que en cierta manera participa la gente de Robles de Laciana, donde vivo. Son piezas que se hacen al aire libre, incluso en los mismos lugares donde he encontrado el material". Un caso peculiar es la pieza realizada con un gran tronco de un árbol ya muerto en que se tuvo de intervenir con distintos materiales para conseguir su perfil definitivo. Esta proximidad de la obra con la tierra, como él dice "se han gestado a la intemperie", tiene un alto valor porque han sido realizadas en lugares evocadores de muchos de los sueños del artista. "Es el reencuentro con el valle de la infancia. El paraíso perdido", afirma el artista.El otro grupo escultórico lo forman las piezas agrupadas con el título de Las novias. El trabajo en metal tiene alusión al sí que por su propia naturaleza tienen que pronunciar las novias. Son obras también muy apegadas a Laciana. Evocan las coplas que se entonan en los festejos de celebración de una boda.
A juicio de Arroyo, el interés de estos trabajos reside en su cualidad de ser un alto en el camino. "Me interesa todo lo que salga de la pintura para volver a ella", señala. "No sé si estas esculturas me llevaran a alguna parte o sólo responden a un determinado momento. Ahora estoy trabajando en Madrid en cuadros de gran formato". También prepara las escenografías de las óperas Aída, que se estrenará en Amsterdam en mayo, y de Tristán e Isolda, que se presentará en Salzburgo.
"Me considero un clásico", concluye el artista. "No quiero participar de las modas y de la modernidad. Me siento independiente y hago sólo lo que quiero y siento".
Babelia
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