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La suspensión de las exportaciones iraquíes de petróleo pone en alerta al mercado internacional

Fernando Gualdoni

Irak ha hecho una fuerte jugada en el momento oportuno. Ha puesto, al menos de momento, en una difícil situación a su eterno enemigo, Estados Unidos; a las Naciones Unidas, y a sus propios socios en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Ha arrebatado al mercado petrolero 2,2 millones de barriles diarios en medio de una rebaja generalizada de la producción y de un aumento de la demanda. Con el crudo a 26 dólares, un alza de los precios de los carburantes en España será inevitable, según dijo ayer el ministro de Industria, Josep Piqué.

En la tarde de ayer, Irak dejó de abastecer su terminal de Mina Al-Bakr, al sur del país. Pocas horas antes había interrumpido sus exportaciones a través del puerto turco de Ceyhan. Desde hoy, comenzarán a faltar 2,2 millones de barriles de crudo diarios en el mercado petrolero internacional. Según los cálculos de los analistas consultados, si en menos de tres semanas Irak no da marcha atrás con su decisión, el equilibrio entre la oferta y la demanda mundial de crudo sufrirá un fuerte batacazo. Irak puede aguantar esas tres semanas, puesto que la llegada de ayuda humanitaria no se va a suspender.El precio del barril brent está varado de momento por debajo de los 26 dólares debido a operaciones de venta realizadas por los intermediarios entre el lunes y ayer para obtener jugosos beneficios de las últimas alzas. Ayer, a media sesión, el precio del barril de crudo era de 25,78 dólares.

La situación es mala para todos. Irak ha suspendido sus exportaciones de crudo en protesta contra la decisión de la ONU de prorrogar por dos semanas, a partir de mañana, la sexta fase del programa petróleo por alimentos, implantado para paliar las sanciones impuestas a Irak en 1990. Irak exige el levantamiento de esas sanciones y acusa a la ONU de querer mantenerlas indefinidamente.

La astucia de Sadam

La medida adoptada por Sadam Husein se produce en un momento crítico. Desde el 1 de abril pasado hay en torno a cinco millones de barriles diarios de crudo menos en el mercado a raíz de tres recortes de producción acordados por diez miembros de la OPEP. El único que no pactó esas reducciones, por su especial situación, fue el undécimo miembro, Irak. El recorte de la OPEP ya ha logrado equilibrar la demanda y hacer subir un 150% el precio del crudo en lo que va de año, por lo que si ahora faltarán otros dos millones de barriles al día, la lógica indica que habrá más demanda que oferta, sobre todo porque es invierno en el hemisferio norte, y que el precio del crudo se disparará aún más y, con ello, los precios de los carburantes y la inflación en todos los países consumidores. De hecho, algunas operadoras ya han comenzado a reflejar las subidas en sus precios de venta al público. El ministro de Industria reconoció ayer que espera que la repercusión sea inmediata. Las principales petroleras españolas (Repsol y Cepsa) mantuvieron los precios congelados en octubre a pesar de la subida tras recibir peticiones por parte del Gobierno de que contuvieran los precios para evitar que se disparara la inflación.La OPEP había decidido mantener sus recortes hasta marzo, e incluso prorrogarlos, pero ahora se especula con una reunión de urgencia de los miembros de la organización en dos semanas, presumiblemte en París, si Irak mantiene la suspensión de sus exportaciones. Los expertos prevén que allí prodría decidirse un aumento de la producción para equilibrar las cosas, informa desde Viena, sede de la OPEP. Pero el cartel es reacio a adoptar esta medida, porque si todo se resuelve e Irak reanuda sus exportaciones, el precio del crudo puede volver a caer, justo lo que la OPEP quiere evitar.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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