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Schröder desembolsa un fuerte aval para salvar a la segunda constructora alemana

El Gobierno alemán no está dispuesto a que la crisis de Philipp Holzmann, la segunda constructora del país, que ayer se declaró en suspensión de pagos, haga trizas el modelo de capitalismo germano, que lleva en pie desde el final de la II Guerra Mundial. Por ello, el Ejecutivo de Gerhard Schröder se ha comprometido a poner ya sobre la mesa un aval de 150 millones de euros (24.957 millones de pesetas) como primer gesto para salvar la empresa. En su retorno a la Bolsa, tras una semana de suspensión, las acciones de la constructora cayeron un espectacular 91%.

El apoyo sin reservas del Gobierno alemán ha llegado incluso al compromiso personal de Schröder. El canciller anunció ayer que se desplazará hoy a Francfort para negociar con la veintena de bancos acreedores el plan de saneamiento de la constructora.Philipp Holzmann, que ayer presentó formalmente la suspensión de pagos en un juzgado de Francfort que inmediatamente designó como administrador provisional del grupo a Otmar Hermann, acumula una deuda de casi medio billón de pesetas y necesita urgentemente una inyección de 282.000 millones de pesetas.

El detonante de la crisis ha sido, según fuentes financieras alemanas, el descubrimiento de deudas por valor de 1.200 millones de euros (199.663 millones de pesetas), a causa de operaciones inmobiliarias fallidas y de negocios no relacionados directamente con la construcción.

A la hora de buscar culpables de esta situación, la mayor parte de las miradas se dirigen al Deutsche Bank, segundo accionista y mayor acreedor de la entidad. Además, el presidente del consejo de administración de la empresa es un representante del banco, Carl von Boehm- Bezing.

La falta de transparencia por la escasa información facilitada por el Deutsche Bank sobre la precaria situación económica de la constructora ha sido agriamente atacada por la competencia, especialmente por el Commerzbank, al que algunos medios financieros acusan de torpedear el plan de urgencia. Esas fuentes señalan que el Commerzbank se sentía especialmente dolido por un crédito de 25 millones de euros (4.159 millones de pesetas) que la constructora usó hace dos semanas, cuando su crisis era imparable.

Una crisis que afecta a una plantila de 28.000 personas, que ven en peligro sus salarios tal y como ha reconocido la dirección de la empresa. Además, otros 40.000 trabajadores dependen indirectamente de la supervivencia de Holzmann.

El comité de empresa de la constructora ve en las acusaciones mutuas entre los bancos una maniobra destinada a desviar la atención de una, al menos, negligente labor de dirección y de supervisión.

Para determinar hasta dónde llegan esas responsabilidades, la fiscalía del Estado en Francfort investiga ya un posible fraude y la falsificación de contabilidad. Y la empresa belga Gevaert, que con un 30,4% es el principal accionista de Holzmann, estudia tomar medidas legales para recuperar parte de las pérdidas sufridas. El presidente del consejo de Gevaert, Andre Leysen, declaró ayer que había recibido información falsa sobre la constructora. Los pequeños inversores, por su parte, salieron huyendo a toda prisa de la constructora. En su retorno a la Bolsa de Francfort, los títulos de Philipp Holzmann cayeron un 91% para cerrar a 12 euros.

Protestas en España

Mientras, cerca de 250 trabajadores de la española Jotsa, propiedad de Philipp Holzmann, se manifestaron ayer desde la sede de la compañía hasta la Embajada alemana en demanda de una solución a la situación por la que atraviesa la empresa. Jotsa ha propuesto un plan de regulación que afecta a 120 de sus 470 empleados.

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