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Nochevieja en tierra

El miedo al 'efecto 2000' en los aviones provoca cancelaciones masivas en los vuelos de EEUU

Jane Garvey, directora de la Admistración Federal de Aviación (FAA), y John Koskinen, responsable de la Casa Blanca para la prevención del efecto 2000, se enfrentan a tremendas dificultades para cumplir su promesa de pasarse la próxima Nochevieja volando en aviones comerciales. Uno tras otro, los vuelos en los que tienen reservas van siendo cancelados por las compañías. ¿Motivo? La falta de pasajeros para hacerlos rentables.No es que compañías como Delta, American Airlines o US Airways tengan el menor temor a fallos en los sistemas informáticos de sus aparatos en la transición hacia el año 2000; son los pasajeros los que los tienen. Las reservas para la tarde y noche del próximo 31 de diciembre y la madrugada y mañana del 1 de enero son mínimas, apenas media docena de personas por vuelo. Y, siguiendo el principio básico de la contemporánea aviación comercial de EE UU, que sacrifica la imagen a la rentabilidad económica, las compañías están optando por renunciar a trabajar en Nochevieja.

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A finales del verano, Garvey presentó un informe de la FAA que asegura que los aeropuertos y las compañías comerciales de EE UU, tras costosas inversiones, tienen más que superado el efecto 2000, el posible error de confundir el año 2000 con el 1900 de los viejos ordenadores y programas informáticos que trabajan con dos dígitos. Para demostrar que no hay nada que temer, Garvey anunció que se pasaría la Nochevieja en el aire.

La directora de la FAA precisó que brindaría con champán por el nuevo milenio a bordo de un avión con origen en Washington, que hará escala escala en Dallas y aterrizará finalmente en San Francisco. Pero ese vuelo ya ha sido cancelado.

Garvey tiene ahora reserva en un vuelo de otra compañía, que también atraviesa de un extremo a otro el subcontinente norteamericano, pero ya ha sido advertida de que puede quedarse en tierra, porque a estas alturas sólo un puñado de pasajeros han efectuado reservas.

Lo mismo le ocurre a Koskinen, el delegado de Bill Clinton para la prevención del efecto 2000. El pasado agosto, Koskinen, en línea con Garvey, prometió que celebraría las 12 campanadas del 2000 en uno de los aviones que realizan el puente aéreo entre Washington y Nueva York. "Haré un viaje de ida y vuelta, y demostraré así mi confianza en el buen funcionamiento de los sistemas", dijo.

Pues bien, Koskinen presentó, la pasada semana, el bunker construido en Washington por la Casa Blanca para el seguimiento de lo que pueda ocurrir en la transición al nuevo milenio, una inversión de 50 millones de dólares (unos 8.000 millones de pesetas). Y preguntado sobre cómo iba su proyecto de viaje, el superagente contra el efecto 2000 confesó, con una sonrisa de resignación en los labios, que no va a poder cumplir su promesa.

A falta de pasajeros, las dos empresas que cubren ese puente aéreo, Delta y US Airways, ya han anulado todos los vuelos de Nochevieja. El último enlace entre la dos principales ciudades de EE UU saldrá de Nueva York a las nueve de la noche del 31 y llegará una hora después a Washington. Hasta bien entrado el día siguiente ya no habrá enlaces.

Tomándoselo con filosofía, Koskinen dijo que se quedará en el bunker y así podrá responder a "los cientos de peticiones de entrevistas" que le harán los medios de comunicación. También desdramatizando, un portavoz de US Airways ha declarado que no es tan grave que la gente no quiera volar en Nochevieja. "La verdad", dice el portavoz, "es que incluso los que estamos en el negocio de la aviación comercial comprendemos que hay muchos modos más divertidos de celebrar el Año Nuevo que a bordo de un aparato".

Las compañías aéreas de Estados Unidos ya habían completado en julio el 95% de la adaptación de sus redes informáticas a los riesgos potenciales del efecto 2000. Pese al catastrofismo de un telefilme emitido el domingo por una cadena de televisión [véase página 76], la mayoría de los grandes servicios de la primera potencia mundial están listos para el problema informático denominado en inglés Y2K. En los últimos años, Estados Unidos ha gastado unos 16 billones de pesetas en arreglar los problemas de sus redes informáticas.

"Nada indica que en EE UU vaya a ocurrir una catástrofe nacional", dice Koskinen. De hecho, las autoridades norteamericanas están más preocupadas por posibles actuaciones de dementes o terroristas que por fallos informáticos. No obstante, se curan en salud y recomiendan a los ciudadanos que hagan un prudente acopio en vísperas del Año Nuevo de agua, alimentos, leña, gasolina y dinero en efectivo.

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