_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

COREA Y LA UE El futuro de los astilleros

En el sector de la construcción naval en Europa y, de forma muy especial, en España, se han encendido las luces de alarma. El País Vasco, Cantabria, Asturias y Andalucía han sido escenario de recientes movilizaciones de los trabajadores de sus astilleros que ven en peligro sus puestos de trabajo.No es ésta una situación nueva. En una reciente reunión de eurodiputados andaluces con los representantes sindicales de los astilleros de Cádiz, uno de los trabajadores resumió gráficamente su estado de ánimo: "Llevo 29 años trabajando en astilleros y llevo 29 años viviendo asustado". Pero en estos últimos años el sector naval, que se ha visto obligado a fuertes reestructuraciones empresariales y ajustes laborales, con el coste social y económico que ello supone, ve cómo se agrava la crisis ante la fuerte caída de la demanda, que ha reducido a límites muy peligrosos la cartera de pedidos.

Uno de los factores que ha influido en esta situación del mercado ha sido la competencia que los astilleros coreanos suponen para el resto del sector y, fundamentalmente, para los europeos. Los datos son espectaculares: mientras que la capacidad de construcción naval en Corea ha crecido un 170%, la de la Unión Europea ha disminuido en un 29,5%, lo que se ha traducido en que la cuota de mercado de la UE, que en 1998 fue del 25%, en el año actual ha caído hasta el 17%. La principal causa de esto es que los precios de los astilleros coreanos se encuentran por debajo de los europeos en una banda que oscila entre el 14% y el 40%, lo que implica que están construyendo muy por debajo del coste real.

Podría parecer, en principio, que los coreanos consiguen esto gracias a una mano de obra más barata y a una productividad más alta que la europea. Pero no es así, o al menos, no son éstos los principales factores que influyen en los precios que ofrecen los astilleros de Corea. Lo que realmente ocurre es que los coreanos trabajan por debajo de los precios reales de mercado y, según todos los indicios, gracias a la utilización indebida de los préstamos que Seúl ha venido recibiendo del Fondo Monetario Internacional para reflotar su economía como consecuencia de la crisis financiera en la que se vio sumergida durante el verano de 1997.

Esta conclusión se desprende de un informe elaborado por la Comisión Europea y que ha sido tratado en la reunión del Consejo de Ministros de Industria de los Quince, que se celebró el pasado 9 de noviembre. Más de 2.200 millones de dólares (unos 350.000 millones de pesetas), procedentes de las ayudas del FMI, han sido utilizados para subvencionar la construcción naval coreana a través de los bancos estatales, lo que ha permitido a sus astilleros protagonizar una competencia desleal, trabajando por debajo de los precios reales.

Ante esta situación, los Quince han solicitado que la Comisión investigue para comprobar estas prácticas y presione para que se lleven a cabo medidas de represalia contra Corea ante el FMI y la Organización Mundial del Comercio (OMC), que podrían traducirse en el acondicionamiento de los préstamos del Fondo y una denuncia ante la OMC.

Otro frente abierto es la caducidad, prevista para diciembre del año 2000, de las ayudas al sector naval, señalada por la UE. Al respecto, podría conseguirse una prórroga de dicho plazo, aunque entraña sus dificultades, con el argumento de que el régimen de subvenciones, y su fecha de expiración, se establecieron en el marco de un contexto de competencia leal interior, pero esta situación se ha visto sustancialmente alterada por las prácticas coreanas que han venido a distorsionar el mercado y, por tanto, cabe la posibilidad de que la prolongación de estas ayudas se considere necesaria a la luz de la nueva y alarmante situación.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Por último, es preciso dejar claro que el futuro de los astilleros españoles no puede seguir dependiendo indefinidamente de ayudas y subvenciones nacionales o europeas. Como bien señalaban los ministros de Industria, Josep Piqué, y de Trabajo, Manuel Pimentel, esto sería pan para hoy y hambre para mañana. El futuro de la construcción naval se basa, por una parte, en recuperar la normalidad del mercado, frenando las actuales prácticas desleales de los coreanos y, de otra, y ahí está el gran reto, en alcanzar unos niveles óptimos de competitividad y de calidad en el producto que, en definitiva, será lo que sitúe a nuestros astilleros en condiciones de garantizar un futuro sin sobresaltos. Sólo así se podrá evitar ese permanente miedo al mañana que denunciaba angustiado el sindicalista gaditano.

Juan Ojeda Sanz es diputado del Partido Popular en el Parlamento Europeo.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_