Solidaridad
Durante el verano pasado, ninguna autoridad fue capaz de detener el derribo de un edificio tan singular como La Pagoda en Madrid. Al parecer, nadie con responsabilidades públicas se sintió afectado por ello.Ahora le ha tocado el turno al bosque pintado por Ibarrola en Oma (Vizcaya), con la tala de árboles y la destrucción parcial de la obra. Duele la lectura de noticias de esta naturaleza, sobre todo cuando no hace mucho tiempo la Consejería de Turismo del Gobierno vasco utilizó imágenes de este bosque para su acertada campaña publicitaria titulada "Ven y cuéntalo". ¿Cómo es posible que un espacio que debiera estar protegido pueda sufrir tal agresión? ¿Qué clase de políticos son éstos que utilizan el arte como telón de fondo para sus apariciones públicas y luego lo relegan al mayor abandono? Otras comunidades autónomas darían dinero por albergar un bosque como el de Ibarrola, por su belleza e interés turístico. Imagino el estado de ánimo de Ibarrola y su sensación de desamparo. Sólo puedo expresarle mi solidaridad y afecto.-
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