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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fin de reinado

EL CRÍTICO agravamiento del estado de salud de Franjo Tudjman -cuya vida depende ya de la decisión de desconectar los aparatos que la mantienen artificialmente- ocurre en un momento especialmente delicado para Croacia, el país del que ha sido jefe supremo, y no sólo presidente, desde su acceso a la independencia, hace ocho años. Hasta hace unos días, la preocupación de muchos croatas era cómo Tudjman, dueño del Ejército, los servicios secretos y los medios de comunicación, iba a poder convivir con un Parlamento hostil como el que, según todos los sondeos, saldrá de las elecciones generales, previstas en principio para el 22 de diciembre.El discurso es ya otro. La lucha por la sucesión ha comenzado de hecho entre las fracciones de la Unión Democrática Croata (HDZ), el partido gobernante. Y se teme abiertamente que la transición hacia la era pos- Tudjman resulte traumática en un país de cinco millones de habitantes edificado sobre el resentimiento nacionalista y en el que las instituciones del Estado convergen de hecho en una sola persona. Pese a saberse irremisiblemente enfermo, y en la mejor tradición de los autócratas, el líder croata se permitía hasta el mes pasado calificar de "cínicos rumores de enemigos de la democracia que yo he construido" los comentarios sobre su enfermedad, negada siempre oficialmente.

Si Tudjman muere antes del 22 de diciembre, sus conciudadanos tendrán que elegir no sólo un nuevo Parlamento, sino también un presidente. De momento, el legislativo decidió el viernes aplazar su disolución y agotar su mandato hasta el 27 de noviembre. La Constitución prevé que en caso de muerte o incapacidad del presidente su lugar sea ocupado interinamente por el jefe del Parlamento, que debe convocar elecciones a la jefatura del Estado en el plazo de 60 días. A su vez, el mandato del Tribunal Constitucional, único órgano competente para proclamar la incapacidad del presidente, expira el 6 de diciembre.

Tudjman ha sido una pieza fundamental de Occidente en el juego diplomático para acabar la guerra de Bosnia en 1995; pero sostiene políticas claramente atentatorias contra los valores democráticos y contra la estabilidad balcánica. Así, su pretensión de que los croatas de Bosnia tengan su propio Estado, en contra de lo acordado en Dayton; su oposición a que regresen a Croacia los centenares de miles de serbios expulsados por sus tropas, o su intento de torpedear al tribunal de la ONU que juzga los crímenes de guerra en la antigua Yugoslavia. El ultranacionalista Tudjman, en sintonía con los sentimientos de una parte importante de su pueblo, ha marcado durante una década el destino de Croacia. Su desaparición de la escena política está llamada por fuerza a alterar decisivamente el rumbo de un país incipiente.

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