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Reportaje:

Paso franco a la madera ecológica

La vocación exportadora y las exigencias ecológicas de los mercados de destino, sobre todo en el Reino Unido, han llevado a Puertas Luvipol, SA, una firma de Crevillent fundada en 1970 por los hermanos Luis y Vicente Puig, a convertise en la primera empresa española en disfrutar de la certificación forestal FSC, una garantía internacional de reconocido prestigio promovida por una organización no gubernamental sin ánimo de lucro (el Consejo de Administración Forestal, o FSC, auspiciado por Greenpeace y el World-Wildlife Found-Adena, entre otros). Este marchamo verde acredita que la fabricación de muchas de esas puertas de Crevillent (el 50%) no han supuesto la destrucción de los cada vez más escasos bosques del planeta. Luvipol se convierte así en una de las 154 empresas de 27 países de todo el mundo que usan madera de 16 millones de hectáreas de bosques saludables.Con volumen de negocio de más de 4.100 millones de pesetas anuales, la empresa es esencialmente exportadora. "Empezamos a fabricar desde un principio con la vista puesta en el mercado exterior", asegura Luis Puig, el consejero delegado. No en vano, Puertas Luvipol envía el 65% de su producción a más de 20 países. Su principal mercado está en Europa (sobre todo venden a los ingleses) pero sus puertas también llegan a Estados Unidos, Emiratos Árabes, Japón y hasta China, exótico país donde han abierto dos exposiciones permanentes, una en la capital Pekín, y otra en la china profunda, en Chendú, curiosamente conocida como "la puerta del Tibet".

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Aunque han aprovechado alguna misión comercial del Consell, la apertura de nuevos mercados se ha hecho a golpe de viajes por todo el mundo y, sobre todo, "a base de adaptarse a las costumbres, los diseños y los anchos de las puertas que demandaba el mercado de cada país". Así, si a los ingleses les gustan las puertas con arcos góticos, pues se fabrican a medida. Y por mucho que les gusten a los españoles las puertas de pino rústico, hay que evitar mandarlas a Alemania, donde no cuajan.

Conseguir la certificación forestal de una puerta no supone un notable incremento del precio. Luis Puig asegura que la mayoría de sus puertas de madera maciza cuestan entre 8.000 y 30.000 pesetas, un precio "similar" al de las puertas de otros fabricantes. Bien es verdad que la materia prima, la madera certificada, les cuesta entre un 10% y un 15% más que la madera no controlada, pero el producto final, según Luvipol, apenas se incrementa en un 3%.

Este incremento de precio es perfectamente asumible por un cliente cada vez más concienciado. Así, según esgrime el FSC, un sondeo de Gallup realizado en 1992 en 24 países revela que el 63% de los ciudadanos de países ricos estaría dispuesto a comprar objetos de madera ecológica más caro. Un porcentaje que apenas baja al 55% en países con nivel de renta media y a un 45% en los de nivel bajo.

"El problema es encontrar la madera certificada", explica el gerente. Así, se calcula que sólo el 3% de la producción mundial cumple el requisito. Se trata de bosques donde los árboles se respetan hasta una edad, sólo se corta el 70% de lo que se produce al año (crecen un 30% anual) y una vez talados se repueblan antes de dos años. Pero los explotadores de los bosques, acostumbrados a un comprador poco ecológico, únicamente certifican a base de presión de los fabricantes, que a su vez son presionados por los vendedores.

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Puertas Luvipol sólo se ha anticipado a una tendencia. De hecho, tres de sus mejores clientes ingleses están apostando por los productos certificados. Los gigantes de la distribución BIQ y WIKS los exigirán desde enero del 2000, y Heuson, les da un margen de tres años. Y para acceder a Home Depot, un monstruo estadounidense que factura 4 billones de pesetas cada año, sólo pueden ofertarles este tipo de puertas.

El reto merece el esfuerzo. Se gastan unos 40 millones de pesetas más al año en comprar madera. Y hasta necesitan un trabajador encargado exclusivamente de la burocracia "de custodia", el papeleo necesario para que los auditores comprueben que no se blanquea como madera certificada materia prima dudosa. "Si entran 20 tablones, salen 150 listones, pero no más". Y sólo los productos íntegramente hechos de tablones verdes pueden llevar la etiqueta del FSC.

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