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Una feminista guía a Gore en su intento de desvincularse de Clinton

Los estadounidenses quieren un presidente honesto y mejoras en educación y sanidad

Naomi Wolf, una célebre escritora feminista, es ahora la principal consejera de Al Gore en su carrera hacia la Casa Blanca. Wolf guía al vicepresidente en su lucha contra dos lastres: su imagen robótica y su larga asociación con Bill Clinton. Y es que los norteamericanos tienen claro que desean que su próximo presidente sea una persona de gran integridad personal, una antítesis de Clinton. También quieren que su empeño sea resolver los principales problemas de las familias medias: la sanidad y la educación.

La prosperidad económica de los últimos ocho años ha creado un marco de preocupaciones ciudadanas muy favorable para los demócratas. Según todas las encuestas, la primera angustia nacional es el comportamiento de los seguros médicos privados, que les regatean y niegan por sistema a los usuarios la asistencia sanitaria. Y eso los que tienen seguros, porque 45 millones, uno de cada seis, carecen de cualquier cobertura.La educación, y en concreto la violencia en las escuelas y la mala calidad del sistema, es el segundo asunto que los norteamericanos querrían que ocupara la agenda de su próximo presidente. La política exterior sólo llega en el número 15 de las preocupaciones, y en forma de inquietud por la "excesiva implicación" de EE UU en el exterior, en particular en Bosnia y Kosovo.

En 1992, James Carville, el mago de la campaña de Clinton, hizo célebre el eslogan "El tema es la economía, estúpido". Ahora Wolf predica a Gore y sus huestes todo lo contrario: "Ya no es la economía, estúpido". Con permanente creación de empleo y baja inflación, la mayoría de los estadounidenses se siente confiada ante el futuro y cree que éste es un buen momento para solucionar problemas sociales estructurales. No quieren menos impuestos, quieren mejores servicios.

A Gore, como a los demócratas en general, no le cuesta correr por esa pista. Pero, asociado durante dos mandatos a una Casa Blanca plagada de escándalos, tiene que superar el obstáculo del gran escepticismo nacional por la política y los políticos. Los sondeos también son unánimes al afirmar que los electores consideran muy importante la integridad personal, buscan las cualidades de sinceridad y consistencia que le han faltado a Clinton. "No me importa si es demócrata o republicano, lo que quiero es un presidente que sea digno de respeto y no objeto de chistes", dice Nancy Aldridge, programadora de informática en Washington.

Gore sigue el consejo de Wolf y pone el acento en su condición de esposo leal, buen padre y persona preocupada por los problemas de la familia. "Con vuestra ayuda y mis valores familiares, quiero construir desde la presidencia un Estados Unidos mejor para todos", repite estos días. Pero sigue siendo visto no sólo como el vicepresidente de Clinton, sino como un político más profesional que sus tres principales rivales: el demócrata Bill Bradley y los republicanos George Bush y John McCain.

Bradley le saca ahora ventaja a Gore entre los votantes demócratas no sólo de New Hampshire, el escenario en febrero de la primera elección primaria, sino también de Nueva York. El punto fuerte de Bradley, ex jugador de baloncesto y ex senador, es su credibilidad cuando predica que va a generalizar la asistencia sanitaria y combatir las barreras sociales y raciales que dividen a EEUU.

Pero Bush les sigue llevando una diferencia de 10 puntos en las encuestas nacionales a Gore y Bradley. Es menor que los casi 20 puntos con los que arrancó en verano y, sobre todo, el gobernador de Tejas empieza a sentir en su nuca el aliento de su rival republicano y veterano de Vietnam, McCain. A Bush le sigue beneficiando el ser el candidato que recauda más fondos electorales, el estar considerado por su partido como un caballo ganador y el ser hijo de un ex presidente. Pero el desconocimiento universal de su programa y su ausencia de New Hampshire está beneficiando a McCain, al que ya sólo saca ocho puntos en los sondeos.

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