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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Foto del cambio

LA CONSTITUCIÓN del Parlamento catalán ha proporcionado una fotografía muy expresiva de los cambios producidos en el paisaje político por los resultados electorales del 17 de octubre. En esta imagen aparecen dos bloques definidos: de un lado, Convergència i Unió, apoyada por el Partido Popular; del otro, los socialistas catalanes y sus socios de Ciutadans pel Canvi y de Iniciativa per Catalunya, respaldados por Esquerra Republicana (ERC). Los pactos para la elección de la mesa trazan el camino hacia la investidura de Jordi Pujol, que necesitará de los votos del PP si quiere salir elegido en la primera votación, tras el fracaso del intento de acercamiento a Esquerra.Un solo voto de diferencia ha permitido la elección del nuevo presidente de la Cámara, el democristiano Joan Rigol, que en su primer discurso subrayó los valores de diálogo y consenso que deben regir la vida de un Parlamento reforzado en su protagonismo. Rigol fue el consejero que lanzó la idea de Pacto Cultural en 1984, con el objetivo de apartar la cultura de las peleas partidarias. Tuvo que dimitir en 1985, ante el boicoteo surgido en CiU. Aunque Pujol no ha podido permitirse ninguna frivolidad a la hora de apoyarle, no es la docilidad lo que caracteriza a este político de Unió Democràtica de Catalunya, sino su capacidad de tender puentes hacia la oposición.

El primer envite tras las elecciones se ha saldado, así, favorablemente para Pujol, que coloca a su candidato en la presidencia del Parlamento y avanza un paso más hacia su investidura; pero lo ha conseguido al precio de exteriorizar su compromiso implícito con el PP el mismo día en que el Gobierno recurría la Ley de Selecciones Deportivas impulsada en la anterior legislatura para tensar la cuerda de la sentimentalidad nacionalista. De ahí que el resultado de este primer movimiento sea también favorable para Maragall, que ha obligado a CiU a retratarse con el PP, y a ERC, a abandonar la equidistancia cultivada durante la campaña.

La complejidad de los pactos trenzados en las horas previas a la sesión constitutiva es una primera manifestación del cambio producido. El centro de gravedad político se ha desplazado desde la presidencia del Gobierno hasta el Parlamento, que sale ahora de un largo eclipse de 19 años.

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