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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tentando a los serbios

COINCIDIENDO CON la visita de una delegación de la oposición serbia, Washington ha anunciado un cambio de su doctrina en vigor sobre Belgrado. EEUU levantará la mayoría de las sanciones contra el régimen de Milosevic (incluidos el embargo petrolífero y la prohibicion de vuelos) si se celebran en el país balcánico elecciones libres y transparentes. La Casa Blanca ha decidido también cooperar por motivos humanitarios con sus aliados europeos, enviando combustible para calefacción este mismo mes a las ciudades serbias de Nis y Pirot, controladas por partidos opositores. Esta iniciativa franco-germana, todavía por articular en sus detalles, se había enfrentado hasta ahora con la rotunda oposición de Washington y Londres, temerosos de que la ayuda acabe finalmente en manos de los amigos políticos del dictador o de su ejército.La promesa estadounidense, formulada por Madeleine Albright, quiere alentar en Serbia la presión pública a favor de anticipar unos comicios que en teoría no deben ser convocados hasta el año 2001. Si va a servir o no de argumento en un país acuciado por cuestiones más urgentes, como la de comer cada día, es otra cosa. Serbia encara el invierno en condiciones deplorables. Los bombardeos de la OTAN en la guerra de Kosovo han acabado de hundir la malherida economía de un Estado-paria donde los precios están subiendo un promedio del 30% al mes. En última instancia, parece dudoso que sea posible organizar con rapidez unas elecciones representativas mientras Milosevic, que ayer cargó propagandísticamente contra el compromiso estadounidense, siga controlando férreamente los medios de comunicación y el escaso dinero con el que se pagan las nóminas públicas, las de las pocas empresas estatales que trabajan y a los pensionistas.

Con todo, el giro de Washington es pertinente. Porque alienta con medidas concretas a una oposición que, pese a a todas sus carencias - está dividida, trufada de personalismos y es poco fiable-, es la única que por el momento hay. Segundo, porque señala, después de un prolongado desencuentro, una aproximación entre las posiciones de EEUU y las de sus aliados europeos. Si algo han puesto de manifiesto las guerras de descomposición de Yugoslavia es que un entendimiento transatlántico es imprescindible para estabilizar los Balcanes. Europa y su región más volátil no estarán seguras mientras siga al timón su máximo instigador.

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