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Arzalluz argumenta que espera más de HB que del PP en favor de la paz

El presidente del PNV, Xabier Arzalluz, aseguró ayer que espera más de HB que del Gobierno de José María Aznar en favor de la paz. Arzalluz, haciendo suya la observación del lehendakari, Juan José Ibarretxe, cuando dijo que apreciaba más voluntad de cambio en HB que en los socialistas, pidió más hechos al Gobierno central y menos descalificaciones. Por su parte, el portavoz del Ejecutivo central, Josep Piqué, afirmó que "no hay un riesgo inminente de ruptura de la tregua" que ETA declaró en septiembre del año pasado.

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Curiosamente, el presidente del PNV hizo esas declaraciones durante su visita al caserio Arretxe -propiedad de los padres de Pilar Zubiarrain, abogada y exconcejala del PNV de Altzo (Guipúzcoa)-, que fue calcinado por desconocidos el pasado 9 de octubre.Arzalluz, acompañado por el protavoz, Joseba Egibar, y por Gorka Agirre, dijo en ese escenario que tiene más esperanzas puestas en la izquierda abertzale respecto al proceso de pacificación que en el presidente Aznar. El líder peneuvista llegó incluso a explicar que el PP está paralizado en materia de pacificación porque con unas elecciones generales en apenas cinco meses, su capacidad de maniobra es mínima, pero consideró injustificable que se esté "demonizando al PNV" a pesar de los riesgos que está "asumiendo por la paz". "No es de recibo que nos mezclen con la violencia y que nos lo pongan más duro", pidió, en un intento por rebajar la tensión dialéctica de los últimos días.

Desde que Arzalluz llamó al ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, "ministro de la guerra", los partidos se metieron de lleno en una batalla verbal contra el presidente del PNV. Los socialistas diferenciaron a los vascos entre los que "se pliegan a ETA y los que no", y los populares certificaron "la degeneración política e ideológica" del PNV.

Las declaraciones de Arzalluz del pasado domingo, durante el Gudari Eguna (Día del soldado vasco) calentaron aún más el debate político vasco, ya especialmente crispado desde las declaraciones del consejero del Interior, Javier Balza, en las que pedía "compensaciones" para ETA después de la detención en Pau (sur de Francia) de una de sus interlocutores, Belén Gonzalez Peñalva, Carmen. Por su parte, el lehendakari, Juan José Ibarretxe, pidió en Burdeos al presidente Aznar que "haga más de lo que está haciendo en el proceso de paz" y que deje trabajar al Gobierno vasco con este objetivo.

La Junta de Portavoces del Parlamento de Vitoria asignó ayer al pleno del día 12 la moción de censura contra Balza presentada el pasado viernes por el PP. El procedimiento, que se inaugurará ese día, al ser la primera moción de censura en la Cámara de Vitoria, concede al PP 30 minutos para defender la moción. Tras una hora de interrupción, el Gobierno se defenderá durante media hora, y después volverá a suspenderse para que los grupos tomen posiciones para defenderlas. El PP necesita mayoría absoluta para obligar al consejero de Interior a presentar su dimisión al lehendakari.

Por su parte, el Gobierno central cree que ETA ha vuelto a asumir protagonismo al constatar que la estrategia de los partidos nacionalistas, formulada en el Pacto de Lizarra, ha fracasado y porque desconfía del PNV. El Ejecutivo cree que el último mensaje de ETA, en el que endurece sus exigencias y su posición negociadora, y acontecimientos como la huelga de hambre de 20 presos etarras en demanda de la amnistía, reflejan que la banda se ha replanteado su estrategia de ceder a los partidos nacionalistas el protagonismo del proceso de paz.

El Ejecutivo no cree que el último mensaje de ETA suponga un aviso de inminente ruptura del alto el fuego. "No hay mayor riesgo de ruptura de la tregua ahora que hace unas semanas", dijo el portavoz, Josep Piqué, en el Senado. A su juicio, tampoco hay que interpretar la advertencia de Aznar la víspera de que la banda dará "otra vuelta de tuerca" como un aviso de ruptura de la tregua.

Lo que sí hay, según el Gobierno, es un replanteamiento de la estrategia de ETA. En la declaración de tregua indefinida del 16 de septiembre de 1998, la banda expresó su voluntad de ceder a los partidos nacionalistas el protagonismo del nuevo proceso que se abría. Los últimos movimientos de ETA significan, según el Ejecutivo, un cambio de esta situación, esto es, que la banda vuelve a recobrar el protagonismo en detrimento de los partidos nacionalistas.

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