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Guillermo Del Toro coproduce su próxima película con Almodóvar

Maribel Marín Yarza

El realizador mexicano Guillermo Del Toro coproducirá con Pedro Almodóvar El espinazo del diablo, un filme protagonizado por Federico Luppi y Marisa Paredes que narra una historia de fantasmas ambientada en un orfelinato durante la Guerra Civil Española. Del Toro ofreció ayer detalles del proyecto dentro de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián donde hoy se pasa Monos como Becky, un documental de Joaquín Jordá que cuestiona los límites entre la ciencia y el mal.

El cineasta presentó ayer en San Sebastián el ciclo que la Semana dedica al cine psicotrópico mexicano. En principio su visita se anunció más prolongada; Del Toro iba a formar parte del jurado internacional de cortometrajes, pero precisamente El espinazo del diablo le ha impedido cuadrar su agenda.El realizador trabajará codo con codo con Pedro Almodóvar, quien coproducirá este filme protagonizado por Marisa Paredes y Federico Luppi. Todo, para relatar una historia de fantasmas que transcurre en un orfelinato "en medio de la nada" durante la Guerra Civil Española. "Es una película bastante cabrona", dijo ayer Del Toro, que se desarrolla a partir del asesinato de un niño. El realizador, que ha construido la historia a partir de la fusión de dos guiones, se meterá de lleno la semana que viene en el casting de los 25 niños que darán vida a esta película. El filme comenzará a rodarse a principios de año.

Del Toro adelantó estos detalles un día antes de la proyección de Monos como Becky dentro de la Semana de Cine Fantástico y de Terror. El documental "híbrido", codirigido por Joaquín Jordá y Nuria Villazán, se vertebra sobre la figura del Premio Nobel portugués y creador de la lobotomía Edgar Moniz y cuestiona la frontera entre la ciencia y el mal.

El proyecto se gestó en la cabeza de Jordá como una película de ficción pero ha acabado por convertirse en un documental en el que se diluyen las fronteras entre la realidad y lo imaginario. "Todo", dijo ayer el realizador, "ha sido fruto del azar".

El encuentro con el actor portugués Joao María Pinto, sumergido en un estado maníaco depresivo y, víctima de un infarto cerebral dieron un nuevo giro a su propuesta.

Monos como Becky se convirtió así en "un arma contra la reaparición de nuevas prácticas duras de neurocirugía para corregir conductas desordenadas", que augura Jorda. "Creo que van a volver", lamentó ayer, "porque es el medio más barato que ha encontrado la psiquiatría para tener controlados a los enfermos mentales". Con estas reflexiones Joaquín Jordá plantea un documental que cuestiona sin tibiezas los límites entre la locura y la cordura, entre humanidad y animalidad y propone una dura reflexión sobre la tenue frontera entre la ciencia y el mal. La película, que se pasó en Sitges, convierte en actores a los pacientes de un hospital psiquiátrico.

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