Juan Pablo II despeja las dudas
Su elogio de la vejez y su "gusto por la vida" alejan el debate sobre la dimisión o un nuevo concilio.
La roca también se deteriora, pero el anciano Juan Pablo II reclama el derecho a permanecer activo. Su declaración de intenciones no deja lugar a dudas: seguirá en la silla pontificia, a la que accedió hace 21 años. El suyo es ya el décimo pontificado más largo de la historia. Las apelaciones a una dimisión del Papa si se acentuasen sus evidentes problemas de salud han quedado despejadas con su Carta a los ancianos, leída el pasado miércoles por el Pontífice.El Papa que ha roto más moldes y que obliga a jubilarse sin contemplaciones a curas, obispos y hasta cardenales, se declara dispuesto a agotar hasta la muerte un mandato que puede durar todavía muchos años. En la historia sólo un Papa dejó de serlo en vida: el benedictino Celestino V, el ermitaño que no logró adaptarse a la parafernalia del jefe de la Iglesia ni a las trapacerías de los que le rodeaban. Incapaz de imponer a los cardenales modos más austeros, decidió volver a calzar sus sandalias de labrador en un convento de Alatri (Italia). Eso ocurrió en 1294.En vísperas de milenio siempre abundan los que oyen el galope de los caballos del Apocalipsis. Y en Roma, sobremanera. Un prelado resumió, tras la clausura del II Sínodo Europeo, que quizás, ante las imponentes dificultades a las que se enfrenta la Iglesia, se necesitaría ahora "un Pontífice con pértiga, y no con garrocha", en alusión a los crecientes problemas de movilidad que sufre el Papa.
Elogio de la vejez
Pero Juan Pablo II, de 79 años muy machacados por el gravísimo tiroteo que sufrió en mayo de 1981 y por una rotura de cadera mal curada, proclamó el pasado miércoles en el Vaticano que sigue teniendo "gusto por la vida" y que "la tercera o cuarta edad" es una "etapa privilegiada" por su "madurez humana"."El tiempo es un gran maestro", "la vejez acrecienta la sabiduría, da consejos más maduros", "antes había una gran reverencia por la cabeza canosa". Estas citas de la Carta a los ancianos pertenecen a Cicerón, al poeta latino Ovidio y al ilustrado francés Corneille. Juan Pablo II las hace suyas antes de reclamar, apelando esta vez a la Biblia, un mayor respeto por la vejez, porque es un "tiempo favorable". Y cariño: "El peso de la edad es más leve para el que se siente respetado y amado por los jóvenes". "Moisés es ya anciano cuando Dios le confía la misión de hacer salir de Egipto al pueblo elegido", concluye en su Carta a los ancianos.
Pero Moisés no logró llegar a la tierra prometida. Y los desafíos a los que se enfrenta la jerarquía católica son tan novedosos que, en opinión de sus sectores más dinamicos, sólo un Papa más joven, una curia renovada y un concilio como el convocado por Juan XXIII para afrontar los vértigos de los ya míticos años sesenta serán capaces de superarlos.
El cardenal de Milán, el jesuita Carlo María Martini, fue quien lanzó la idea de un nuevo concilio en el II Sínodo de los Obispos Europeos, clausurado el 23 de octubre. De la misma idea es el teólogo Hans Küng, la española Asociación de Teólogos Juan XXIII, que preside Enrique Miret Magdalena, y el poderoso movimiento católico internacional Nosotros Somos Iglesia. "La propuesta es adecuada en estos momentos complicados y confusos de la Iglesia, donde cada vez más fieles van por un camino que no es el que quiere la jerarquía vaticana", dijo Miret Magdalena.
Pero la siempre conservadora curia descartó con vehemencia la idea del concilio, expresando a las claras un indisimulado disgusto hacia Martini por haber abierto el debate. El cardenal de Génova, Dionigi Tettamanzi, un indiscutible papable según los vaticanólogos italianos, fue el encargado de proclamar ante la prensa que, de momento, Roma no se mueve.
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