Wagner verídico y natural
Festival Wagner en las series de la Orquesta Nacional; al menos así se denominaban, en los días de mis verdes años musicales, los programas monográficos consagrados, por lo general, a Wagner o a Beethoven, la gran diarquía de la popularidad sinfónica. Y es el caso que, aún hoy, la Filarmónica madrileña gusta de una tarde sinfónico-dramática dedicada al autor de la tetralogía.Frühbeck de Burgos, director emérito de la ONE, lleva el germanismo en sus venas como doble naturaleza y, por lo mismo, ha sido siempre fiel intérprete wagneriano. Esta vocación se vio colmada durante sus años de director musical de la Ópera berlinesa de la Kaiserstrasse (1992-1997), mientras en la misma capital lleva la Sinfónica de la Radio desde 1994. O sea: legitimidad de origen y de ejercicio.
Orquesta y Coro Nacionales
Director: Frühbeck de Burgos. Solistas: E. Meyer Topsoe, B. Börneman y A. Titus. Auditorio Nacional. Madrid, 29, 30 y 31 de octubre.
Compuso un programa muy hermoso: El holandés errante -o El buque fantasma, que decíamos antes- en su introducción, coro de hilanderas y balada de Senta, ópera que -como otras de Wagner- vertió al castellano uno de los hombres del orteguismo militante, Esteban Salazar y Chapela (Málaga, 1902-Londres, 1965), que es justo recordar. Dos escenas de Tannhäuser -coro de peregrinos y entrada de los invitados en el Wartburg- completaron la primera parte, en medio de largas ovaciones que alcanzaron a la notable soprano Elizabeth Meyer-Topsoe y a la mezzo Bárbara Bürnemann, nombres de circulación habitual en los grandes escenarios líricos. Dos estrellas, en suma.
Vida intensa
En la segunda parte disfrutamos de una amplia selección de Los maestros cantores de Nüremberg, otro Wagner distinto al del Ring, Tristán y Parsifal, pero no menos genial. El legendario Hans Sachs cobró vida intensa en la voz y el arte de Alan Titus, neoyorquino, de noble y potente materia y técnica impecable. El coro de la casa, que gobierna con inteligente profesionalidad Rainer Staubing-Negenborn, trabajó excelentemente y la ONE volvió a dar la medida de sus posibilidades. Frühbeck de Burgos se encuentra en plena madurez, y a la brillantez y seguridad que llamaron la atención desde su debú ha sumado larga experiencia. Escuchamos con él a Wagner entero y verdadero, pletórico en su decisiva gran retórica o poético cuando se tercia. El Wagner del maestro emérito de la Nacional es natural, bien construido, cantado y explicado y concitó al fin de la sesión la aprobación entusiasta de todos. Dos cantantes del CNE, la soprano Concepción Dávila y el tenor Francisco Javier Gallego, se unieron al grupo de solistas con todo acierto en una jornada enaltecedora de la música que sirve al drama, pero que, al fin, se convierte en dueña y señora de toda ópera. Wagner permanece en su significación histórico y en su perdurable belleza.
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