WILLIAM DOUGLASS ANTROPÓLOGO "Para ser vasco en otro país hace falta tener voluntad"
Desde su privilegiada ventana de la estadounidense Universidad de Nevada-Reno, donde es catedrático del Programa de Estudios Vascos desde 1978, William Douglass mira el presente de los vascos en el mundo. Antropólogo, formado con Julian Pitt-Rivers (autor de la entrada sobre los vascos en la Enciclopedia Británica y quien le dio a conocer a Julio Caro Baroja), Douglass recibió la semana pasada el premio Lagun Onari (Al Mejor Amigo) por sus trabajos sobre el País Vasco, al que ve completamente transformado desde aquellos años sesenta en los que hizo su trabajo de campo universitario en Murelaga (Vizcaya) y Etxalar (Navarra).Los cambios se han visto tanto en el interior como en el exterior. "Ahora ya hay democracia, se cuenta con un Gobierno vasco, la identidad vasca está reconocida y se respeta, y, por otro lado, los vascos de la diáspora tienen ya no sólo centros de encuentro (si cuando yo entré en la Universidad de Nevada en 1968 había diez centros vascos en Estados Unidos, ahora hay treinta), sino con investigaciones sobre su emigración", resume el profesor estadounidense, para quien de los pueblos de la Península Ibérica han sido los vascos y los gallegos quienes mejor han conservado su identidad en la emigración.
En estos treinta años no sólo ha cambiado el País Vasco. William Douglass ha visto cómo nacía una nueva Europa, algo que los estadounidenses siempre han mirado con escepticismo: "Estamos empezando a creer en el europeo como concepto, algo que ya se toma en serio desde fuera. Y ahí están los vascos y su identidad". Eso sí, reconoce que la vasquidad es mirada por ciertos sectores con ironía: "Efectivamente, toda identidad humana es un invento humano, pero hay que reconocer que científicamente (lengua, etnia) hay una particularidad. Luego, convertir esto en política es otro asunto que no tiene nada que ver con las peculiaridades vascas desde el punto de vista antropológico".
Ahora bien, los emigrantes vascos no difieren en su forma de vivir el éxodo del resto de los que llegaron a América desde otros países, sobre todo los de segunda generación. "Cualquier ciudadano nacido en cualquier país de América mantiene sólo en una parte de su persona su identidad original. Incluso, uno tiene que trabajar en ello; hay que poner interés. Para vivir como vasco, por ejemplo, en Bilbao, uno se levanta de la cama siendo o no vasquista, pero dentro de una realidad vasca. En cambio, para ser vasco en otro país hace falta esa voluntad: sólo un 1% de los entre dos y cuatro millones de vascos de la diáspora forma parte de un centro vasco, similar a lo que ocurre con otras comunidades".
Pero ese 1% se caracteriza, eso sí, por mantener vivas sus señas de identidad. "La emigración de la Península Ibérica a América salió de Galicia, Asturias y el País Vasco, principalmente, como refleja la existencia de sus lugares de encuentro, sobre todo en Centro y Suramérica. En Estados Unidos, sin embargo, gallegos y asturianos no están tan presentes (sí hay algunos centros españoles), lo que no ocurre con la diáspora vasca, que tiene hasta treinta centros", tal y como recuerda este investigador.
Lamentablemente, una de las singularidades de esta emigración, la lengua, también se pierde: "La mayor parte de los que salieron del País Vasco ha dejado de hablar euskera. Cuando fue de primera generación sí se mantuvo su práctica, pero ahora prácticamente ya se ha perdido".
Esta diáspora vasca también ha cambiado de territorio. Paralelamente al cambio de ser de Europa, según Douglass ("desde la caída del muro de Berlín y con la inmigración procedente de África, cada vez se parece más a la creación de Estados Unidos y su situación actual"), América ha dejado de ser el destino predilecto para los emigrantes vascos. Ahora son los países de Europa. Y ahí se mantiene la tradición de crear lugares de encuentro para esos que se han tenido que marcha del País Vasco.
Y ya se está estudiando esta emigración: "Ya hay un doctorando catalán que está investigando la diáspora vasca en Barcelona", señala William Douglass, quien vaticina para los próximos congresos de centros vascos, como el que se acaba de clausurar en Vitoria, una mayor presencia de delegados procedentes de otros países europeos.
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