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44ª FESTIVAL DE VALLADOLID

'Oriente es Oriente' gana la Espiga de Oro y el director Kitano el premio al mejor actor

El reparto de galardones excluye a los grandes favoritos Winterbottom, Egoyan y Kiarostami

La película británica Oriente es Oriente, dirigida por el debutante Damien O'Donnell, fue proclamada anoche, en la sesión de clausura de esta edición de la Seminci vallisoletana, ganadora de la Espiga de Oro, máximo galardón que concede este festival. El premio fue discutido, porque había otras películas más relevantes, pero no es un disparate, aunque se oyeron ruidos de disconformidad cuando fue dado a conocer a los centenares de periodistas que abarrotaban la Sala de los Espejos del teatro Calderón. La actriz Linda Basset, también por este filme, obtuvo el premio a la mejor intérprete.

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Los ruidos de la disconformidad no iban dirigidos tanto a un rechazo de Oriente es Oriente, que es una magnífica comedia que merece entrar en la lista de las mejores películas que hemos visto aquí durante los últimos nueve días, como a una protesta sonora por la exclusión de esa lista de tres películas a todas luces excepcionales, complejas y de alto riesgo, pero resueltas con derroches de oficio y de talento. Se trata de Wonderland, filme británico dirigido por Michael Winterbottom; El viento nos llevará, último gran poema visual del cineasta iraní Abbas Kiarostami y probablemente su obra más concienzudamente elaborada, y El viaje de Felicia, una auténtica prueba de fuerza del canadiense Atom Egoyan, que resuelve un filme de enorme complejidad con precisión algebraica, fundiendo tres tiempos en uno sin acudir a la menor aritificiosidad.La exclusión de estas tres películas de gran calado, en contenido y en forma, que al mismo tiempo afrontan y compatibilizan la aventura de la innovación y el mantenimiento de las reglas del clasicismo cinematográfico, vicia de raíz la lógica y desmantela los criterios -en algunos aspectos tan deficientes que rozan a la pura y simple incompe-tencia- con que ha sido confeccionada la lista de las películas elegidas. En efecto, de un conjunto de obras cinematográficas caracterizado por su exigencia, su dificultad y su adscripción al riesgo de la ruptura formal, han sido seleccionadas, con alguna tímida concesión a la inteligencia, las obras más convencionales o los aspectos menos importantes de algunas que se salen de la norma.

Es el caso de la película japonesa Kikujiru, que se ha llevado el premio a la mejor interpretación masculina por el trabajo como actor de Takeshi Kitano, su escritor y director. Esta notabilísima y exquisita película, que merece cualquier tipo de galardón que quiera dársele, ha sido distinguida, no obstante, por uno de los aspectos más irrelevantes que hay en ella, pues proclamar vencedor a Kitano por su trabajo interpretativo, fácil y guiñolesco, al mismo tiempo que se silencia el refinamiento que alcanzan su dirección y su escritura, roza la comicidad por la disparatada, casi inconcebible miopía del análisis cinematrográfico. Takeshi Kitano no está aquí, pero no sería extraño que cuando la noticia le llegue a su casa en Japón encuentre sobrados motivos para soltar una carcajada mientras comunica a los amigos un regalo que él era probablemente el último en esperar. Por suerte, el Premio de la Crítica Internacional fue concedido a Kikujiru no por la interpretación de su director, sino por toda la película en sí misma.

El Premio Especial del Jurado fue a parar a las manos de la directora turca Yesim Ustaoglu, por la valiente y bella Viaje hacia el sol, donde expone desde dentro un alegato visual y moral contra el genocidio del régimen turco contra el sector de la población kurda que tiene colonizado y al que desde hace décadas está aplastando y diezmando. Un buen premio, casi el único coherente y a la altura de las circunstancias. Y de las tres obras antes citadas, las más importantes de todas, sólo El viaje de Felicia entró en la lista de premiadas con el relativo a la mejor fotografía, a todas luces insuficiente.

Más disparates del jurado y el tirón del cine joven español

Dar a Zona de guerra, una torpe, mediocre y confusa película dirigida por el actor británico Tim Roth el segundo premio, la Espiga de Plata, hace recuperar a esta pintoresca lista de premios esa comicidad a la que hacemos referencia en el artículo anexo. Y otro tanto cabe decir del reparto Premio Pilar Miró a la mejor primera película entre la alemana Encuentros nocturnos, que lo merece, y la estadounidense Elección, que es una de las peores películas, si no la peor, de cuantas se han proyectado aquí estos días: un filme vacío y artificioso, que nada significa ni nada, salvo impotencia, transmite.El periódico El Norte de Castilla organiza todos los años una votación del público asistente en busca de la película más aceptada por el espectador de pago. La ganó Pídele cuentas al Rey, dirigida por el joven asturiano José Antonio Quirós, que es una buena película, pues, bajo sus balbuceos, logra momentos de perfecta combinación entre gracia y severidad, entre humor y desgarro dramático. Nueva y enésima muestra de que nuestro cine, incluido el primerizo, comienza a ser de forma contundente profeta en su tierra.

El segundo puesto dentro de estas votaciones populares lo alcanzó el filme ganador de la Espiga de Oro, Oriente es Oriente. Y la idea de que el cine español encuentra una cada vez más ancha y fácil audiencia en España lo corrobora el hecho de que el tercer puesto en esa votación lo ocupa otra película de aquí, Marta y alrededores, dirigida por los debutantes Nacho Pérez de la Paz y Jesús Ruiz y protagonizada admirablemente por un dúo de actrices que ya está dando mucho que hablar: Lola Dueñas y , sobre todo, Marta Belaustegui, ya convertida en una intérprete de características excepcionales, dotada sin duda para hacer frente el desafío del cine de máxima dificultad.

Aunque no entrara en la lista de premio oficiales, el cine español estuvo ayer aquí de enhorabuena.

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