Estamos aquí
Mi nombre es lo de menos. Tengo entre 20 y 30 años. Mi padre, con 50, perdió su empleo fijo, ahora vive en la angustia del vaivén laboral. Yo sólo consigo trabajos precarios, donde me explotan como estudiante que soy. Cuando acabe los estudios nada se me ofrece. Por los valores inculcados por mis padres, genéricamente de izquierdas, generacionalmente de los sesenta, no me conformo con la sociedad pusilánime en la que vivo, con el neoliberalismo y la competitividad. No soy de ningún partido, ni ganas; no soy voluntario de ninguna ONG, las considero estafa lavaconciencias. Participo del mundo alternativo, aguanto estoicamente nuestra progresiva criminalización, el agobio policial, el calificativo radical que simplifica nuestras complejas conciencias, nuestros debates inacabables. Trabajo para conseguir un espacio de libertad al que huir, puesto que ya no hay donde huir de tanta infamia. Tengo rabia. Entiendo los brotes de violencia en gente con menos paciencia que yo, o que pasó por cosas peores. No me siento representado ni escuchado en el Parlamento ni en la prensa. No creo para nada en el futuro que me venden. No estoy solo, no vamos a permanecer callados, estamos aquí, aunque a algunos les moleste nuestra presencia, tenemos derecho a estar aquí, no nos podrán encerrar a todos/as.- . .