_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un Weill español

Vicente Molina Foix

Sería una lástima que el carisma de dos artistas formidables, Ana Belén y Miguel Ríos, oscureciese el acontecimiento. La gente comprará su nuevo doble disco conjunto, disfrutará oyendo a unos intérpretes que admira y llenará, estoy seguro, los conciertos con orquesta que están dando estos días por España. ¿Y Weill? Las leyes del mercado obligan a poner en la carátula más grande el nombre de los cantantes que el del compositor, aunque luego el bien producido libreto reproduce las letras y rinde el debido homenaje al músico alemán. Insisto. Oigamos todos una y otra vez estas canciones que la Belén y Ríos tan espléndidamente hacen suyas, pero no pasemos por alto el significado de la iniciativa.Porque acontecimiento es que tres artistas seguros del éxito popular en su campo (junto a Ana y Miguel está Víctor Manuel firmando la adaptación de la mayor parte de las canciones) aborden un repertorio distinto al suyo y tan ajeno a la tradición española y lo hagan a lo grande, con muy buenos arreglos y un músico del calibre de Josep Pons dirigiéndoles al frente de la Orquesta de Granada. ¿Y Weill?

Yo tengo una debilidad por él que no es enfermiza; nada lo puede ser en torno al más robusto compositor del siglo XX, muerto, sin embargo, en la aún joven plenitud de su talento, un mes después de cumplir los 50. Y tanta es mi debilidad que me gustan los dos Weill, el berlinés y el hollywoodiense, el innovador de la ópera épica y el acomodaticio (pero brillante) seguidor del musical de Broadway, el gran admirador del Wozzeck de Alban Berg y el que, en una carta de 1940, tomó distancias de la llamada Escuela de Viena: "Estoy convencido de que muchos compositores modernos se sienten superiores respecto a su público. Schönberg, por ejemplo, ha dicho que escribe para un tiempo posterior en 50 años a su muerte. Pero los grandes compositores clásicos escribían para su público contemporáneo. Querían que quienes escuchasen su música la entendiesen, y así sucedía. En cuanto a mí, escribo para hoy. Me importa un pito la posteridad".

La posteridad le ha perdonado ese desdén, regalándole con su favor. Las primeras óperas y operetas de cabaret se representan en los grandes templos del bel canto, las compañías graban hasta sus más oscuras piezas de juventud, y su fascinante artisticidad anfibia provoca una respuesta muy singular, a la que el disco que comentamos se une: son muchos los cantantes pop que se han sentido libres de probar suerte con la música de este impuro clásico de su tiempo.

La apuesta mayor del doble CD de la Belén y Ríos está en la primera parte, donde, a dúo y en solitario, interpretan canciones legendarias de los años en que Weill trabajó con Bertolt Brecht. Miguel Ríos saca adelante con un adecuado brío rockero la Balada de Mackie el Navaja, pero Ana Belén, que lo tiene más crudo por las posibles comparaciones con Lotte Lenya, Ute Lemper o Milva (sólo algunas de las celebérrimas artistas que se encararon antes con el mismo repertorio), consigue maravillosas versiones, conmovedoramente lírica en las canciones de Salomón y Polly, oscura y picante donde tiene que serlo (memorable su Jenny la de los piratas).

Para mí, con todo, la sorpresa más deliciosa la reserva el segundo compacto. Aquí hay siete canciones tomadas de los musicales que Weill compuso para Broadway (algunos adaptados con éxito al cine), y, contra lo que pudiera parecer, la Granada está en Berlín de entreguerras como el chorus line de la Calle 42. Trabajando con la orquesta en pleno o con un conjunto más reducido, Ana (Canción de septiembre) y Miguel (bravísimo en su Speak low cantada en inglés) consiguen la ilusión, la doble ilusión: la suya de hacer sonar plausible a Weill en español, la nuestra de seguir entendiéndolas, unas letras y músicas de tan remota originalidad.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_