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Tribuna
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Partidos

ADOLF BELTRAN

Jordi Pujol calificó, despectivamente, la coalición electoral de Pasqual Maragall, como una "amalgama". Lo hacía para minusvalorar el hecho de que obtuvo en el conjunto de Cataluña más votos que Convergència i Unió, aunque no más escaños. Desde el PSOE y desde importantes sectores de opinión se ha disimulado mal el recelo ante la candidatura PSC-Ciutadans pel Canvi como una amenaza a la existencia de los partidos. El debate no es coyuntural. Lo han abordado los grandes teóricos de la democracia. "Con independencia de cuán deficientes sean la actuación de los partidos y los sistemas de partidos, las democracias aún no pueden actuar sin ellos", ha escrito Giovanni Sartori, en lo que parece una afirmación que nadie discute. ¿Por qué, entonces, esas reticencias? "Una de las necesidades imperativas de los países democráticos consiste en potenciar las capacidades de los ciudadanos para que puedan implicarse inteligentemente en la vida política", ha asegurado Robert Dahl. Y la asociación cívica Catalunya Segle XXI, uno de los grupos de reflexión que han fundamentado la posición de Maragall, ha señalado la necesidad de favorecer la intervención directa de los ciudadanos en la política y de reformar la vida interna de los partidos para hacerlos "más permeables a la influencia de sus afiliados y simpatizantes". Tal vez el resultado sea "un partido abierto, a través del cual una diversidad de grupos podría presionar a favor de sus demandas", como lo ha descrito Anthony Giddens en su famosa tercera vía. Los valencianos tenemos razones más que sobradas para no considerar inútil el debate. Con un PP en el Gobierno cuya actividad se limita a la propaganda del poder y un PSPV que ha convertido su perplejidad en autismo, "socializar de nuevo los partidos y las organizaciones" y evitar que "un partido o un grupo se convierta en un fin en sí mismo", aunque remuevan la mala conciencia y el conservadurismo de la política profesional, son objetivos básicos para restaurar un mínimo de virtud pública en la libertad.

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