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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Enredo y actualidad

Carlos (Iñaki Miramón) llega una tarde a su casa, en obras y vacía, con su joven amante (Alejandra Torray) y los propósitos más elogiables; pero se encuentra a su padre, un poco ido (arteriosclerosis), disparatado y bondadoso (Fernando Delgado), que ha escapado de las manos mercenarias que le cuidan; apenas se lo puede quitar de encima cuando desde dentro de la casa sale su amigo de la infancia, Antonio (Guillermo Montesinos), con una pistola y un saco en la mano: acaba de atracar un banco y pide ayuda para atravesar la frontera.Los personajes se mezclan sin que cada uno sepa todo lo que sabe el espectador, que es uno de los resortes de la risa teatral. Aún queda otra aparición: Carlos, en ese instante fabuloso de desgracias y de imprevistos, ve llegar a su hijo (Miguel Ángel Tocado), que tiene algo que explicar: abandona padre y carrera y se va a Nueva York con la amante del padre, junto a la que lleva algún tiempo...

¡Ay, caray!

De Josep Maria Benet y Jornet, versión de Emilio Gutiérrez Caba. Intérpretes, Guillermo Montesinos, Fernando Delgado, Iñaki Miramón, Alejandra Torray, Miguel Ángel Tocado. Escenografía de Fabià Puigserver. Dirección, Miguel Ángel Egea. Centro Cultural de la Villa.

Este enredo se podría contar de varias maneras: Antonio ha asaltado un banco y busca ayuda en su amigo, pero se encuentra con el padre infantilizado... O Don Juan, hombre que ha ido perdiendo memoria y relaciones de palabras, va en busca de... Y es que cada uno es un protagonista a su manera. O a la de su actor.

Modernidad y absurdo

La modernidad consiste en que los personajes son actuales, dentro del absurdo que les envuelve: el ladrón, porque no ha conseguido saltar los márgenes internos de la vida; el separado, que busca una chica joven y la pierde por su propio hijo; el hijo, que abandona con una pasmosa facilidad carrera, padre, casa y dinero sin estar claramente enamorado...

Siendo una obra de este autor de primer orden, no se limita a la comedia de enredo clásica -por mucho que lo reitere el programa-, señala la colección de frustraciones, y nos muestra el malo, el claramente malo de la comedia: rechaza el cariño del padre y le anuncia un encierro en una residencia, complica a su hijo en la situación del robo, se apodera de la pistola y captura al amigo que le fue a pedir ayuda para entregarle a la policía...

En la sabiduría del autor está que la obra dure poco -una hora y cuarto- porque, una vez empezado el caos con esa velocidad, tiene que correr al desenlace sin complicarlo todavía más.

Y en la sabiduría del director está que las carreras y juegos de puertas estén cronometrados y justificados. El reparto (Miramón, Torray, Montesinos, Tocado) es muy suficiente. Yo me inclino por Fernando Delgado, que, desde una situación mansa y suave, sabiendo por dentro más de lo que los demás creen que sabe, mantiene comicidad y ternura. Pero sin desdoro por los otros actores, que responden con sus calidades conocidas.

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