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El Centro Wiesenthal tiene testimonios que sitúan al nazi Papon en España

Si el ridículo matase los tres magistrados que presidieron el tribunal que juzgó a Maurice Papon tendrían sus horas contadas. El presidente Jean-Louis Castagnède y sus dos asesores, Jean-Pierre Esperben e Irène Carbonnier, optaron, el 10 de octubre de 1998, por dejar en libertad a Maurice Papon durante el proceso en consideración a su "avanzada edad" (88 años en aquel momento), las "alteraciones graves de su salud" (Papon pasó sólo dos noches en la cárcel antes de ser trasladado al hospital), "la larga duración previsible del proceso" y, sobre todo, la ausencia de consideración alguna que les inclinara "a privilegiar la hipótesis de la fuga del acusado". Papon, condenado a 10 años de cárcel por "complicidad en crimen contra la humanidad", está hoy en paradero desconocido. El Centro Wiesenthal de París ha recogido testimonios que le sitúan en España.Lo cierto es que Papon se ha aprovechado de una laguna de la ley para fugarse con toda tranquilidad. La jurisdicción que le juzgó (los assises, equivalente a la jurisdicción criminal en España) no tiene poder para ordenar la detención de nadie, porque se da por descontado que todo aquel que acude a sus tribunales lo hace previa detención. Y así lo hizo Papon, pero luego, ya queda dicho, fue liberado y la justicia no podía dictar ninguna orden en contra del antiguo subprefecto de la Gironda (1942-1945) hasta después de haber estudiado su recurso, que ayer, en presencia de los abogados, fue desestimado al tiempo que se confirmaba la sentencia. Tras esa decisión, se dictó orden nacional e internacional de captura contra Papon.

No hay responsables

La ministra de Justicia, Elisabeth Gigou, recordó que "un control judicial hubiese sido ilegal, pues es un sustitutivo de la detención provisional y Papon estaba en libertad". El ministro del Interior, Jean-Pierre Chevènement, por su parte, tampoco ha querido asumir responsabilidad alguna en el desaguisado, pues "¿qué podía hacer la policía contra un ciudadano sin una orden judicial?".

El vacío jurídico es tan grotesco que ni siquiera la oposición se ha atrevido a criticar al Gobierno. "Además, nos hubieran recordado que Papon fue prefecto de París con Charles de Gaulle y ministro siendo presidente Valérie Giscard d"Estaing", constataba un diputado gaullista.

Los únicos datos comprobados sobre el paradero de Papon son los que le sitúan en Suiza entre el 11 y el 15 de este mes. Acudió allí para pedir un permiso de residencia que le fue denegado. Luego su paradero es un misterio. En el Centro Wiesenthal de París, el responsable de contactos internacionales, el doctor Shimon Samuels, afirma haber recibido "30 llamadas de personas distintas asegurando haber visto a Papon en España". De ese alud de denuncias, "un tercio merecería ser estudiado". La mayoría de los testimonios fiables "sitúan a Papon en Bilbao o en San Sebastián", aunque uno de los casos mejor documentados "dice haber reconocido a Papon en Málaga". Uno de los abogados del fugado ha recordado que "Papon conoce a mucha gente y hablaba a menudo de España, pues antes del proceso residió durante un tiempo en Marbella".

El escándalo y la irritación son enormes. Todos los periódicos franceses abordan la cuestión y, en una matizada escala de gradaciones, expresan la sorpresa de descubrir una justicia impotente. Papon, que organizó la deportación de judíos en nombre de la obediencia a un poder que colaboraba con el ocupante, desobedece ahora a un poder democrático. Condenado por crimen contra la humanidad, recurrirá ante el Tribunal de los Derechos Humanos en Estrasburgo, y es más que probable que sus alegaciones sean tenidas en cuenta; él, que capturó niños y ancianos, reclama para sí la consideración que merece la edad.

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Un símbolo del colaboracionismo

El caso Papon recuerda además los problemas de Francia para mirar cara a cara su pasado. Papon era y es un símbolo de la Francia que colaboró con el nazismo, que traicionó los valores republicanos. Con su huida y con su carta abierta, Papon se burla de nuevo de esos valores: traicionó a todos, escapó a la depuración de 1944-1945, medró luego hasta lo alto del Estado y llegó a fabricarse un pasado de "resistente".Alain Krivine, incombustible candidato trotskista a la presidencia de la República, ha resumido así el sentimiento general: "Si Maurice Papon se hubiese llamado Mohamed, hubiese robado una Mobylette y además no hubiese tenido los papeles en regla, hubiera sido encarcelado enseguida, pero Papon sólo ha sido condenado por el asesinato de 2.000 judíos y tiene, pues, el privilegio de tener los papeles en regla y de disfrutar de un certificado médico gracias al cual hoy no sabemos dónde está".

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