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CAMBIO POLÍTICO EN INDONESIA

Un hombre contradictorio y de paradojas

Abdurrahman Wahid, de 59 años, ha cumplido su palabra. El pasado mes de noviembre declaró a EL PAÍS: "Yo seré el próximo presidente de Indonesia". Podía sonar entonces a baladronada, pero Wahid no es un cobarde fanfarrón: ha cogido el toro por los cuernos y ha cumplido su compromiso con la historia como miembro de una familia enraizada en la lucha por la independencia nacional y en el islamismo. Decía entonces que todo dependía de si se lo permitía su salud, muy debilitada por un par de derrames cerebrales y una diabetes que le tenía al borde de la ceguera. No hace mucho volvió de recibir atención médica en EEUU aparentemente recuperado y dispuesto a la lucha política, aunque la impresión que dejó ayer era de extrema precariedad física.Aquella entrevista se realizó en su casa de Yakarta. Wahid, postrado en cama y en pijama, atendía la lectura de los periódicos que le hacía un bisbiseante asistente que interrumpió su tarea para dar entrada al periodista. Durante una hora, el hoy presidente habló de democracia, religión, economía, de los paralelismos de la transición indonesia con la española... Tenía el cuerpo apoyado sobre una almohada para poder soportar largas horas acostado, mientras sus ojos cerrados mostraban todas las señales de la enfermedad que los devoraba. El cuerpo marchito contrastaba con la mente despierta que cabía esperar en una de las personalidades más respetadas del país, el líder de Nahdlatul Ulama (Renacimiento de Maestros Islámicos), la principal organización islámica de Indonesia, el país con mayor número de musulmanes del mundo.

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Wahid, popularmente cononocido como Gus Dur, nunca se tomó en serio como política a Megawati Sukarnoputri, de la que siempre ha dicho que es "muy buena persona, pero un cero en política", cuando ha querido ser perifrástico, y ha despachado con un "es tonta" -medio en serio, medio en broma, pero para que se sepa- cuando no se ha andado por las ramas. Al relacionarse con ella, Wahid no podía evitar la condescendencia: en una importante reunión de dirigentes de la oposición para planear la transición desde Suharto a la democracia, se hizo tarde y Gus Dur la mandó a la cama. Megawati obedeció sin rechistar.

Quienes más le conocen presentan al nuevo presidente como un hombre contradictorio y de paradojas. "Wahid encabeza una organización sociocultural de unos 25 o 30 millones de personas, tradicional, conservadora y de ámbito rural. Pero él es moderno, liberal y un intelectual", escribe Adam Schwarz, un gran conocedor de los secretos de Indonesia. "En una tierra en la que se toman decisiones por consenso, Wahid, un individualista absoluto, dirige por inspiración. En una cultura que recompensa la aquiescencia a la autoridad, Wahid habla sin pelos en la lengua. En una sociedad regida por líneas autoritarias, Wahid defiende la democracia. En un momento en que hay un renacimiento del islamismo, Wahid alerta al Gobierno sobre el riesgo de apoyar en exceso a los musulmanes".

"Indonesia será una democracia", decía en noviembre Wahid, que confiaba en que el gran apoyo que estaba seguro lograría Megawati serviría para construir el futuro desde una base sólida. "Basaré mi presidencia en la democracia, el Estado de derecho, la libertad de expresión y en el equilibrio entre las diferentes fuerzas de la sociedad".

Wahid no temía al Ejército, y hasta tanteaba una salida extraconstitucional a la crisis de hace un año. Al señalarle que tal solución podría incitar al golpe, respondió: "No hay que preocuparse. El Ejército está muy asustado".

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