Islamistas y tabú femenino
Indonesia es un país de misterios e infinitas sorpresas. Nada es como parece y la poderosa influencia de la cultura javanesa deja en ridículo cualquier vaticinio que se haga a partir de la racionalidad occidental. Megawati Sukarnoputri, la hija del padre de la independencia, obtuvo uno de cada tres votos en las elecciones de junio y era la favorita de la calle para ocupar la presidencia de la que Suharto desalojó hace 35 años a su padre. Pero no será presidenta porque así lo decidió la Asamblea Consultiva Popular (MPR), en la que van de la mano escaños elegidos democráticamente con los que se reserva el Ejército y los que corresponden a grupos sociales.El desglose de los 313 votos que obtuvo Megawati, que orgullosamente no se rebajó a trapichear apoyos, hace pensar que logró el apoyo de su propio partido; del llamado Golkar Blanco, la parte del partido gubernamental que aboga por el cambio, y de otros grupos menores. Un bloque insuficiente ante la piña islámica que se formó en torno a Abdurrahman Wahid, a la que se sumaron los diputados castrenses.
Para los islamistas era tabú que la cúspide del Estado estuviera encarnada por una mujer que, aunque musulmana, hace profesión de laicismo.
Tan importante como la elección presidencial de ayer es la que la MPR haga hoy de vicepresidente. En medios diplomáticos de Yakarta se aventura que la precaria salud impedirá a Wahid cumplir los cinco años de su mandato y que acabará por dimitir, lo que elevará a la primera magistratura al desde hoy vicepresidente.
La situación plantea nuevos enigmas. Megawati satisfaría a la calle, pero cómo van a abrirle la vía a la presidencia quienes ayer se la cerraron. Akbar Tandjung, presidente del Golkar, también suena como vicepresidenciable. Pero sería dejar a la vieja clase política en situación de volver a controlar el país y un desafío a la voluntad popular. Otra alternativa que se barajaba era la del general Wiranto. Nueva bofetada a la calle, que desea ver a los militares en los cuarteles.
