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El fiasco de la sonda de la NASA perturba la misión que debe aterrizar en Marte

Los técnicos se han retrasado diez días para corregir el trayecto de la 'Mars Polar Lander'

La nave Mars Polar Lander, que se acerca actualmente al planeta Marte, sufrirá una corrección de trayectoria en los próximos días, para orientarla hacia su aterrizaje en la superficie del planeta el 3 de diciembre. A pesar de que esta corrección estaba prevista para el pasado día 7, los ingenieros de la NASA no se han atrevido a tocar la nave hasta revisar todos los datos de trayectoria y los procedimientos de control tras la pérdida de otra nave, el pasado 23 de septiembre, por la utilización simultánea de sistemas diferentes de medida. Todos los datos que se van conociendo sobre ese desastre indican que a un error de base se unió una excesiva autoconfianza por parte de los responsables del centro de control.

El ambiente en el histórico Jet Propulsion Laboratory (JPL), el centro californiano de la NASA desde donde se controlan las misiones interplanetarias, no puede ser peor, coinciden todas las informaciones que salen extraoficialmente del laboratorio y se reflejan en la prensa especializada. Está en marcha una investigación interna de la NASA para averiguar cómo se pudo producir un desastre tan aparentemente absurdo que ha hecho quedar en ridículo al JPL, un centro gestionado por la prestigiosa institución científica Caltech, uno de cuyos catedráticos acaba de ganar el premio Nobel de Química. Pero los datos que se van conociendo parecen ya bastante claros: "O los jóvenes ingenieros encargados del control de la Mars Climate Orbiter [MCO] metieron la pata o sus jefes no les hicieron caso", es la conclusión más extendida en el sector aerospacial.Algunos achacan el accidente a los cambios restrictivos en presupuesto y personal que ha sufrido el JPL en los últimos años, que han podido afectar negativamente a la seguridad de sus procedimientos de control. "Que yo sepa, no ha habido cambios fundamentales que hagan el control más difícil", ha dicho a este periódico William O´Neill, director del proyecto Galileo, la sonda también controlada desde JPL que está actualmente en órbita de Júpiter. O´Neill no quiere comentar más sobre el asunto mientras no termine la investigación.

Todo partió de una tabla donde se recogía el empuje de los pequeños propulsores (no del motor principal) de la MCO, suministrada a JPL por los fabricantes de la sonda, la empresa Lockheed Martin. La tabla (sin unidades) medía el empuje en unidades británicas (libras) en vez de las unidades métricas newtons (un newton es la fuerza que comunica a una masa de un kilogramo la aceleración de un metro por segundo), pero los técnicos de JPL la utilizaron pensando que estaba en el sistema métrico habitual en las misiones planetarias.

Distancias enormes

La MCO debía llegar a Marte el pasado 23 de septiembre, donde tenía que ponerse en órbita para observar el clima durante un año y servir de repetidor para misiones futuras, entre ellas la de la sonda que le seguía de cerca, la Mars Polar Lander. En el programa de navegación utilizado en JPL, los técnicos subestimaron sistemáticamente el empuje de los propulsores. La nave sufrió varias correcciones de trayectoria en sus 9 meses de viaje y utilizó los pequeños propulsores centenares de veces para mantener su orientación. Sin embargo, dadas las enormes distancias implicadas y que el mismo error no afectaba al motor principal, los pequeños errores no se detectaron.

Sin embargo, en los últimos días, la situación cambió. El 15 de septiembre se hizo la última corrección de trayectoria, con la intención de que la nave pasara a 224 kilómetros sobre la superficie de Marte. Según Aviation Week, la revista más prestigiosa del sector, a partir de entonces los datos empezaron a ser tan raros que alguien debería haberse dado cuenta del problema.

Como medir la posición de una nave situada a 200 millones de kilómetros es muy difícil, se toman muchas medidas con radiotelescopios y se calcula la media, obteniendo un error, en este caso, de sólo 10 kilómetros. Pero los cálculos con los potentes ordenadores del JPL indicaban una trayectoria que llevaría a la MCO a una altura de entre 150 y 180 kilómetros, y además los errores estimados eran muy grandes, debido a que para calcularlos se utilizaba la tabla maldita. El 19 de septiembre los directores decidieron no hacer una nueva maniobra de corrección de trayectoria para elevar la nave porque en realidad no conocían la precisión de su supuesta posición y pensaron que, si otras veces todo había funcionado bien, pasaría lo mismo en esta ocasión.

Los tres días siguientes se siguieron procesando nuevos datos y una hora antes del desastre los ingenieros del proyecto ya sabían que la altura iba a ser de sólo 57 kilómetros, lo que implicaba la pérdida de la nave. Pero entonces ya no podían hacer nada, aunque esto explicaría la velocidad con que la NASA diagnosticó luego el problema y su causa.

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