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Entrevista:RICARDO LEGARRETAARQUITECTO DEL HOTEL DE ABANDOIBARRA

"El mayor lujo que existe es el espacio"

Ricardo Legarreta (México D.F., 1931) es el arquitecto elegido entre los mejores del mundo para construir el hotel de lujo que se levantará en Abandoibarra. Sus obras, que mezclan armoniosamente los colores, la luz y el espacio, se pueden contemplar desde Japón a California. Ayer estuvo en Bilbao para estudiar la zona en que levantará el edificio y hoy vuela de regreso a México donde comenzará a diseñar su nueva obra.Pregunta. Ha visitado un par de veces los terrenos donde irá el hotel. ¿Tiene ya una idea?; ¿qué le han sugerido?

Respuesta. Lo que he empezado a digerir es la filosofía. Que sea un edifico que contribuya a la vida de la ciudad, no sólo un elemento en sí mismo interesante. La localización es muy importante.

P. ¿Cómo va a conjugar su obra con el resto de edificios como el Guggenheim y el Palacio Euskalduna, que tienen un impacto visual tan fuerte?

R. Debe estar enmarcado, sobre todo, en el tratamiento que se da a la ciudad. Un hotel debe permanecer a la ciudad y no debe ser un edifico en sí mismo. Esto no quiere decir que sea un edificio sin ninguna personalidad, ni interés, pero debe estar supeditado a la ciudad.

P. ¿A qué características debe responder un hotel de lujo? ¿Qué se acerca más a su idea, el modernismo del Arts de Barcelona o algo más decimonónico como el Ritz?

R. Un hotel debe primero responder a su tiempo. Un hotel que pretenda ser de gran abolengo, es un error. Pero debe envejecer muy bien. Yo creo que el reto es que siga siendo a través de los años un hotel de personalidad que le permita volverse una tradición en el tiempo. Tuvimos una época en los años 80 en que había casi la moda de volver a hacer los hoteles continuamente, porque era lo que la gente quería. Yo creo que éste tiene que ser un hotel que permitir crear una tradición porque así han sido los grandes hoteles.

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P. ¿Cómo lo va a conseguir? ¿Qué tipo de arquitectura pretende utilizar?

R. Creo que tiene que ser una arquitectura contemporánea. El lujo no es ver cosas que están ya clasificadas; para mí el mayor lujo que existe es el espacio. La dimensión y sensación de amplitud que lleva automáticamente a una simplicidad muy grande para crear espacios. Yo quiero que el hotel tenga pocos, pero muy buenos espacios. Poco arte, pero muy bueno. Para mí eso es lo fundamental, porque lujo no significa desperdicio. Por ejemplo, las alturas. Tenemos el vicio de hacer todo bajo. Eso es lo que busco.

P. De usted se dice que crea arquitectura de emociones. ¿Cómo concilia la emoción con la funcionalidad que siempre debe tener un hotel?

R. Es muy difícil describirlo, pero siempre es por los espacios. La emoción se debe lograr siempre en cualquier edificio, hasta en una fábrica, aunque será diferente que en un restaurante o en un edificio de oficinas. Pero si la arquitectura no crea un espíritu, no es buena.

P. ¿Qué sentimientos le gustaría a usted que suscitara el hotel de Abandoibarra?

R. La principal, que el huesped se sintiera en su casa de Bilbao. Y que los habitantes de Bilbao tuvieran el placer de contemplar el espacio.

P. El valor plástico es algo subjetivo y lo funcional casi todo el mundo coincide a la hora de clasificarlo.

R. Yo siempre corrijo la expresión funcional porque hay dos funcionalidades: una es la física y la otra es emocional. Puede tener un cuarto con muchas cosas y en cambio ser muy poco agradable.

P. A usted le gusta que la gente sienta.

R. Claro, porque somos cuerpo y espíritu. A mi modo de ver la parte emocional es fundamental. Y ése es el reto de la arquitectura contemporánea que además, y no lo hemos mencionado, tiene que ser un éxito económico.

P. ¿Contar con un presupuesto alto le da más posibilidades de libertad?

R. Pues quién sabe. Lo peor que le pueden dar a un arquitecto es un presupuesto libre porque aumenta enormemente la capacidad de cometer errores. El arquitecto necesita un presupuesto lógico para crear e imaginar.

P. Sus primeros hoteles de colores son característicos, pero difíciles de imaginar en Bilbao. ¿Cómo traslada esa arquitectura tan propia? A veces parece que es igual un edificio en Japón que en Bilbao.

R. Eso para mí es un gran error. No se puede comprar la arquitectura y traspasarla a otro país. El reto es que no podemos comprender la cultura de Bilbao en meses ni tampoco sacrificar nuestra propia personalidad porque el cliente le llama a uno por lo que hace. El reto está en no caer en un estilo porque el peligro de la arquitectura contemporánea es la moda. El hotel reflejará la interpretación muy honesta y respetuosa de un arquitecto mexicano sobre Bilbao. El tema del color es delicadísimo porque creo que una de las cosas que le iría bien a Bilbao es algo de color y estoy seguro de que la gente lo quiere. No se trata de poner un edificio de color de rosa, pero si se puede introducir el color.

P. ¿La tendencia de recurrir a arquitectos extranjeros de prestigio es una simple moda que utiliza nombres famosos para lanzar a mundo el nuevo Bilbao?

R. Es un poco de todo. La arquitectura es un elemento de identificación y también de comercio. El cliente que contrata a un arquitecto de prestigio para hace negocio, como objetivo fundamental, está equivocado. En Bilbao, creo que se trata de despertar una cultura arquitectónica. Que además genere economía está bien. Yo voy a hacer el hotel de Bilbao porque quiero contribuir a una ciudad que está haciendo un gran esfuerzo.

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