Todas las encuestas dan al centroizquierda la victoria en las elecciones argentinas
A nueve días de las elecciones argentinas, el Partido Justicialista (PJ), en el poder desde hace 10 años, redobla esfuerzos por contener la derrota política que presagian las encuestas. En un último intento de amortiguar el más que probable resultado adverso del próximo 24 de octubre -que le arrebataría los principales centros de poder: la presidencia de la República y la región de Buenos Aires-, los peronistas tratan de abrir una cuña en la Alianza para la Educación y el Trabajo (centro-izquierda) que encabeza todos los sondeos.
Eduardo Duhalde, candidato peronista a la presidencia de la nación, ha hecho un llamamiento a los electores de la oposición a votar distintamente a la hora de elegir al presidente y al gobernador de la provincia de Buenos Aires, los dos cargos más importantes en juego el día de las elecciones. "Los radicales de mi provincia no van a dejar de votar por De la Rúa . Pero yo les digo: "Ustedes, radicales, no tienen por qué votar a Fernández Meijide si no les gusta. Corten la boleta y pongan a Ruckauf", ha pedido Duhalde.El candidato de la Alianza a la presidencia, De la Rúa, pertenece a la Unión Cívica Radical (UCR), no así la candidata a gobernadora de la provincia argentina con más poder, Graciela Fernández Meijide, que milita en las filas del Frente País Solidario (Frepaso), el conglomerado de fuerzas de izquierda y disidentes del peronismo que formó la Alianza con el radicalismo en 1997, y demócratacristianos.
El guiño de Duhalde a los radicales tiene una doble lectura. Trata de dividir a la oposición para sacar algún beneficio en las elecciones a gobernador en el bastión duhaldista de la provincia de Buenos Aires, donde las encuestas otorgan hoy una ventaja de 4,5 puntos a la Alianza. Por otra parte, la petición de "corte de boleta" es interpretada como una manera de Duhalde de admitir de antemano su derrota en la votación a la presidencia. De la Rúa le supera en intención de voto por un mínimo de 9,3 puntos.
El tercer candidato en discordia es el líder de Acción por la República, Domingo Cavallo, que ocupó las carteras de Exteriores y de Economía en distintos gobiernos de Carlos Menem, y responsable de la puesta en práctica del plan de convertibilidad entre el peso y el dólar. Las encuestas no le conceden más del 10% de los votos, porcentaje nada despreciable si se tiene en cuenta su menguada infraestructura partidista frente a la fortaleza de los dos partidos históricos de Argentina. Sus aspiraciones en los comicios del 24 de octubre se reducen a contribuir a forzar una segunda vuelta -si ningún candidato obtiene el 45% de los votos-, en cuyo caso los votantes de Cavallo podrían jugar un papel determinante en la lucha entre De la Rúa y Duhalde. El ex ministro de Economía se presenta como un corredor de fondo y afirma convencido que su turno para alcanzar la presidencia de la nación le llegará en el 2003.
La campaña electoral llega a su última semana sin que se haya celebrado un solo debate entre los dos principales candidatos. De la Rúa lo rechazó. "Los debates son importantes cuando se hacen bien, pero se entró en el terreno de los insultos, que amenazaban con convertirlo en un show político", ha sido su explicación. Como es habitual en estos casos, el candidato que evitó el cuerpo a cuerpo con el adversario principal es el que disfruta de una cómoda ventaja en las encuestas.
De la Rúa promete austeridad y transparencia. En su discurso repite las que, en su opinión, son "las dos grandes demandas en Argentina: empleo y que acabe la impunidad y la corrupción". Habla de reducir el gasto público de 1.200 a 1.500 millones de dólares (entre 192.000 y 240.000 millones de pesetas) de rebajar la deuda externa y los tipos de interés y de encarar la reforma fiscal y laboral.
En el terreno de las promesas, Duhalde no se queda atrás. El candidato peronista anuncia que si gana, eliminará el 100% de las subsecretarías y secretarías de Estado, a las que califica de "viejas rémoras de intereses burocráticos o del clientelismo político".
Más allá de las grandes declaraciones de principios e intenciones, como la creación de empleo o la búsqueda de una mayor equidad social, los candidatos no han sido capaces de explicar a los ciudadanos en qué consistirá el modelo económico que preconizan y en qué se diferenciará del aplicado en la última década por el Gobierno de Carlos Menem. A juzgar por las propuestas presentadas no se vislumbra ningún cambio de rumbo significativo. De la Rúa, Duhalde y Cavallo proclaman, para tranquilidad de los bolsillos argentinos, que la convertibilidad está garantizada. No habrá crisis cambiaria y el país tiene reservas suficientes en dólares, dicen al unísono.
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