El Senado castiga a Clinton al rechazar el Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares
En una decisión de extraordinaria gravedad y sin precedentes, el Senado de Estados Unidos rechazó esta madrugada (hora de Madrid) ratificar el Tratado de Prohibición Completa de Pruebas Nucleares (TPCPN), que había sido firmado en 1996 por Bill Clinton. La ratificación del tratado no consiguió el apoyo de los dos tercios de los 100 senadores, el mínimo requerido por la Constitución norteamericana para este tipo de grandes acuerdos internacionales. Fue la más feroz bofetada en materia de política exterior dada por el legislativo norteamericano a Clinton en sus siete años de presidencia.
La grave decisión de la Cámara Alta de la primera potencia del planeta convierte, por el momento, al TPCPN en papel mojado. Un portavoz de la Casa Blanca dijo esta madrugada, tras la votación, que Washington "seguirá buscando los medios para detener las pruebas nucleares", aunque "habrá que renegociar algunas partes del tratado". Y, de hecho, los líderes políticos mundiales intentarán sin duda resucitarlo en los próximos meses o años, pero en estos momentos el tratado no es sino un trozo de papel.La votación, que Clinton y los senadores demócratas habían intentado a toda costa que no se produjera, llegó hacia la una de la madrugada, hora peninsular española. Votaron a favor de la ratificación del tratado 48 senadores y en contra 51, con 1 abstención. El TPCPN no solo no consiguió los dos tercios necesarios, sino ni tan siquiera una simbólica mayoría simple.
El gran vencedor de la triste jornada fue Jesse Helms, el poderoso y extremista líder republicano del comité de Relaciones Exteriores del Senado. Movilizando a sus compañeros del ala más derechista del Partido Republicano y neutralizando a los moderados dirigidos por Trent Lott, Helms consiguió su gran objetivo de derrotar el TPCPN.
Aunque el tratado puede volver a ser presentado el próximo año ante el Senado estadounidense, este brutal rechazo por la primera potencia nuclear del planeta es una catástrofe para una de las iniciativas internacionales en materia de desarme que más esperanzas han despertado en esta década. "Con esta desafortunada votación el mundo es ahora un lugar más peligroso", insistió Carl Levin, senador demócrata por Michigan.
Hasta ahora, el tratado tan sólo ha sido ratificado por dos de las otras siete potencias nucleares: Francia y Reino Unido. Todas las demás (Rusia, China, Israel, Pakistán e India) esperaban el movimiento norteamericano. En su primera reacción pública a la derrota, Clinton declaró que seguirá batallando porque EEUU ratifique el TPCPN en los 15 meses que le quedan en la Casa Blanca e hizo una declaración genérica de la continuidad de su apoyo al combate contra la proliferación de armas de destrucción masiva.
Larga jornada en el Capitolio
Paradójicamente, la larga y dramática jornada en el Capitolio de Washington comenzó con un ambiente optimista. Parecía que la mayoría republicana y la minoría demócrata en el Senado podrían llegar a un compromiso para aplazar de modo oficioso la votación hasta el año 2001, tras la salida de Clinton de la Casa Blanca. Pero la extrema derecha republicana liderada por Helms quería más: exigía que Clinton pusiera por escrito su renuncia a la aprobación del tratado en lo que le queda de mandato. Esto era demasiado humillante para el presidente estadounidense, el primer jefe de Estado que firmó, en 1996, el TPCPN, a la espera de la necesaria ratificación por el legislativo de EEUU."La Casa Blanca no está preparada para hacer mayores concesiones", dijo el senador demócrata Daschle. "No queda otro remedio que pasar a la votación". El debate que precedió a la votación fue intenso. El senador demócrata Joseph Biden, partidario de la ratificación, hizo un dramático llamamiento a que EEUU no enviara un "mensaje equivocado" al resto del planeta. Biden subrayó lo obvio: sin la ratificación de la primera potencia nuclear del planeta, todo el mundo puede entender que hay "barra libre" en materia de pruebas nucleares reales.
El senador demócrata recordó que Tony Blair, Jacques Chirac y Gerhard Schröder, los líderes de los tres principales aliados europeos de EEUU, hicieron la pasada semana un llamamiento al Senado a favor de la ratificación. Pero Helms replicó: "Blair es, sin duda, un buen hombre, pero no creo que tenga la menor idea de lo que estamos hablando aquí".
Como Helms, todos los republicanos están firmemente convencidos de que EEUU se ataría las manos frente a futuros desafíos de terceros si renuncia para siempre a efectuar pruebas reales destinadas a perfeccionar o ampliar su ya inmenso arsenal nuclear.
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