La sustitución de Mayor Zaragoza en la Unesco desata una batalla diplomática internacional
Dos candidatos árabes y un japonés, entre los favoritos para asumir la dirección
Mientras Federico Mayor Zaragoza prepara las maletas y cuenta "con impaciencia", como dice él, los días que le restan en París, la batalla sucesoria por el puesto de director general de la Unesco vive momentos de apogeo. Dos candidatos árabes, el representante de Arabia Saudita, Ghazi Algosaibi, y el de Egipto, Ismail Serageldin, figuran entre los favoritos, al igual que el japonés Koichiro Matsuura, muy respaldado por el poderoso lobby desplegado por Tokio, y el australiano Gareth Evans, que cuenta con apoyos de buena parte del mundo anglosajón.
Se trata de una pelea, generalmente soterrada y no necesariamente edificante, que los candidatos en liza libran desde sus mismos despachos de la plaza Fontenoy, sede del organismo intergubernamental, desde las embajadas, desde los ministerios de Exteriores de sus respectivos países y, también, desde lugares más discretos, en los que las transacciones y los compromisos quedan al abrigo de las miradas curiosas.El objetivo es asegurarse el mayor número de votos antes de que los 58 miembros del Comité Ejecutivo hagan la primera criba en la lista de aspirantes. Ninguno de los 11 candidatos oficiales parece en condiciones de alcanzar los 30 votos que dan la mayoría absoluta, en la primera fase de examen y votaciones que se inician hoy y deben concluir el 18 de este mes.
186 Estados miembros
Salvo sorpresa, lo previsible es que después de cuatro turnos de votaciones, se llegue a una quinta y definitiva que enfrente a los dos aspirantes situados en cabeza. La Asamblea General de la Unesco, compuesta por los representantes de los 186 Estados miembros, deberá sancionar la elección en fechas posteriores, el 15 de noviembre, un obstáculo que debe quedar allanado previamente en las trastiendas diplomáticas, en los arreglos de pasillo.Pese a la negativa expresa de Federico Mayor Zaragoza a revalidar su candidatura, algunos Gobiernos, preferentemente africanos e iberoamericanos, los grandes perdedores en la batalla, barajan la posibilidad de que el actual director general prolongue su mandato durante dos años. En determinados círculos latinoamericanos no se excluye tampoco la candidatura sorpresa de última hora del presidente del Banco Internacional, el uruguayo Enrique Iglesias.
Los favoritos están a la vista. El despliegue de medios y las redes de influencias puestas a su servicio, ponen de relieve la importancia que Japón y Arabia Saudita conceden el cargo de director general de la Unesco, la necesidad de paliar su escasa representación en los organismos internacionales. Los pasillos de la sede de la plaza Fontenoy son un hervidero de rumores que avalan la reputación de una Unesco instalada en perpetua lucha de clanes. Buena parte de esos rumores impiden considerar como un modelo de virtud a esta organización consagrada a la Educación, la
Cultura y la Ciencia.
Según el semanario saudita al-Majalla, el candidato de ese país, Gahzi Algosaibi, que cuenta con el apoyo de la Liga Árabe y de la Organización de la Confederación Islámica, pactó recientemente en secreto con el japonés Koichiro Matsuura para cerrarle el paso a Ismael Serageldi, el candidato egipcio. Al contrario que sus competidores, Serageldi, vicepresidente del Banco Mundial, sólo ha contado con el apoyo de su Gobierno en el último momento y merced a la intercesión del propio hijo del presidente Mubarak y a las presiones de los intelectuales de su país y de los 43 premios Nobel que ven en él a un representante de la sociedad civil y un defensor de los derechos humanos. Uno de los obstáculos de Serageldi, y no el menor, es que su título de vicepresidente del Banco Mundial no es precisamente la mejor tarjeta de presentación en el continente africano.
El apoyo del Gobierno de Ryad al liberal Ghazi Algosaibi, antiguo ministro de Industria y actual embajador en Londres, sumerge, a su vez, en una desazón profunda a todos aquellos que no olvidan el trato que el régimen saudí dispensa a las mujeres y a quienes profesan otras religiosas distintas a la del Islam. Se preguntan con qué autoridad moral podría predicar la tolerancia a la cabeza de la Unesco el representante de un régimen intransigente en esos terrenos.
Argumento contable
Pese a sus dificultades con la lengua francesa -un elemento a considerar en la Unesco- y a los rumores que le atribuyen haber puesto en práctica una irresistible campaña de seducción, a la que habrían sucumbido de buen grado algunos representantes africanos, Koichiro Matsuura tiene dos argumentos de mucho peso, que se contraponen a las críticas por su obsesión contable y la ausencia en su discurso de un verdadero proyecto cultural.Japón carga con el 20% de los 544 millones de dólares del presupuesto y se presenta como la garantía de que Estados Unidos volverá a sentarse en la Unesco, organismo que abandonó en 1984 como reacción a las posiciones, consideradas prosoviéticas, de entonces director general, el senegalés M´Bow.
Ante el protagonismo que los Gobiernos han adquirido en la pelea y los argumentos que justifican las candidaturas invocando a la marginación de los países, asiáticos o de Europa del Este, Federico Mayor Zaragoza reitera que lo importante sigue siendo dar con el hombre adecuado para el puesto y conservar la independencia de la Unesco.
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