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"Injerencia contra impunidad"

No es justicia de vencedores como en Nüremberg. (...) Es la aplicación del Estado de derecho. (...) Al decidir que Pinochet podía ser entregado a España para ser juzgado por los delitos cometidos durante los últimos años de su siniestro régimen se ha creado un precedente: ningún dictador o tirano puede hacer valer, bajo el pretexto de la soberanía nacional, la impunidad para escapar de la justicia. Sin esperar a la Corte Penal Internacional (CPI), los tribunales de un país pueden perseguir a estadistas, en ejercicio o retirados, que estén en el territorio de su jurisdicción. (...) Con la pronta puesta en marcha de la CPI, (...) y con el desarrollo del derecho de injerencia por razones humanitarias, (...) se han trastornado las relaciones entre los Estados. La soberanía nacional ya no es un principio absoluto. La no injerencia en asuntos internos ya no es obstáculo para que la comunidad internacional intervenga para ayudar a individuos o grupos amenazados por dirigentes sanguinarios. Sin embargo, (...) el derecho de injerencia no es aceptado unánimemente. (...) La probabilidad de injerencia es tanto más grande en cuanto el Estado culpable es débil. Los grandes están protegidos y pueden rehusar toda acción humanitaria en su territorio. (...) El equilibrio de fuerzas tiene gran importancia. Por un lado, a las grandes potencias (...) les repugna someterse a una ley superior; por otro, los Estados más jóvenes temen el tufo neocolonialista de la intervención humanitaria. Justicia y derecho avanzan lentamente entre estos escollos. Es una razón más para celebrar sus progresos., 11 de octubre

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