La fiebre de los "dee jays"
La puesta en escena de conjuntos de música pop, rock, reggae y demás estilos ha dejado de ser la única oferta de los locales que acostumbran a programar conciertos. En los últimos meses se ha producido la incorporación al circuito de actuaciones de disc jockeys (DJs, dee jays o pinchadiscos) especializados en deleitar a los modernos fanáticos del baile con diversos estilos de música electrónica. Salas como la bilbaína Congreso; Etxekalte y Komplot, en San Sebastián; Prada, Absolut y Capirote, en Vitoria; Txitxarro (Alto de Irizar) e Itzela (en Oiartzun) centran en el género su programación y contratan con regularidad a DJs, pero la incipiente fiebre electrónica empieza a afectar incluso a los locales más rockeros. Es el caso, por ejemplo, de la sala Jam de Bergara, que baraja reservar una de sus dos pistas a la música techno.
Dicha revolución tiene unos actores principales que responden a nombres como Javi Pez, DJ Birdy, Epiblash y Rudo Rudolph, se agrupan en colectivos como el veterano Sirope y los más recientes Beat...amina, No Data y Technopolis (que siguen el ejemplo de Jazzin" Club, Bag Culture o Silum Soundz), y se sirven de avanzada tecnología (platos, CD especiales y mesas de mezclas con un mínimo de dos canales y ecualización por canal, pudiendo incorporar distintos efectos) para manejar a su antojo ritmos house, hip hop, drum & bass, breakbeat, techno, jungle, dance, trip hop, ambient...
"Ahora mismo hay un boom total de la música electrónica. Sobre todo en este último año se empieza a notar que los hosteleros quieren hacer cosas y que ha crecido la afluencia de público en las fiestas. Al ir eliminándose prejuicios ha cambiado el tipo de público y su actitud. La gente empieza a darse cuenta de que no es todo bakalao, de que hay cosas muy elegantes de música electrónica. El rock ha abusado de la misma fórmula durante muchos años, cuesta encontrar buenas bandas, y eso ha provocado también que el público haya tenido que buscar cosas diferentes", explica el bilbaíno DJ Birdy intentando desvelar las claves del éxito de los dee jays. Un auge que, efectivamente, alguna relación tiene con el general resurgimiento de la música electrónica en la última década.
"La música electrónica está en todas partes, hasta en el telediario de Canal +. La base que ponen mientras el tío da las noticias es drum & bass. Ya está como muy interiorizado", apunta Rudo Rudolph. Y en la misma dirección se expresa su colega Birdy, quien sostiene que "ha habido una popularización y ya llega a todas las esferas sociales. Por ejemplo, en el Reino Unido los okupas tienen sus propios estilos musicales, sus propias fiestas con una actitud similar a la del punk. Allí puedes ir desde a una rave de okupas, gratis y en un local medio en ruinas, hasta a una discoteca para millonarios donde la entrada vale 8.000 pesetas".
En Euskadi y Navarra el fenómeno aún no está tan desarrollado ni tan extendido -"la cultura rock está muy arraigada aquí, ha habido muchos prejuicios musicales durante muchos años", argumenta Birdy-, aunque han emergido artistas con cierto prestigio internacional, como Madelman. Las fiestas cuentan con un público heterogéneo que abarca desde universitarios a cuarentones y empiezan a surgir minúsculas sorpresas como la protagonizada por Gozategi, que el pasado año sorprendieron con la edición de Kalanbreak, disco en el que añadían bases programadas a la música tradicional vasca.
Desconocimiento
Eso sí, generalización no implica pleno conocimiento, por lo que aún hay quien piensa que la tarea que desempeña un dee jay en sus sesiones coincide con la labor casi mecánica de un pinchadiscos de bar. Y no es así. "En realidad, una sesión es un concepto entero. O sea, tú no te pones a pinchar discos porque sí, todo tiene un sentido: las canciones van en un determinado orden, hay que hilvanarlas perfectamente, han de llegar a tener las dos baterías juntas; tienes que lograr que ambas vayan al mismo tiempo y estén en el mismo compás. Con la ecualización vas jugando, vas quitando elementos de uno o de otro lado e incluso puedes ir componiendo, sacando melodías de uno y de otro. No es tan simple: requiere una técnica, tiene un trabajo, tienes que ensayar, como pueda hacer un grupo, y meter muchísimas horas", asevera Borja Serra, componente del dúo Epiblash.
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