Ofensiva diplomática rusa para explicar su actuación en Chechenia
Borís Yeltsin experimentó ayer una ligera mejoría, con descenso de la fiebre, pero continuó internado en el Hospital Central Clínico de Moscú recibiendo tratamiento contra una supuesta afección gripal. Entretanto, el titular de Exteriores, Ígor Ivanov, emprendía una ofensiva diplomática para explicar en el mundo islámico las razones de la invasión de Chechenia. El presidente de la república independentista, Aslán Masjádov, ha dirigido, por su parte, un mensaje a la comunidad internacional en el que pide el fin de los bombardeos y se compromete a que no será una amenaza para Rusia.
"Borís Nikoláievich está recibiendo el tratamiento adecuado", aseguró ayer una portavoz del Kremlin. "Su estado ha mejorado ligeramente y su fiebre ha disminuido". Al caer la noche se entrevistó con el jefe de la administración presidencial, Alexandr Voloshin. Nada, en definitiva, que debiera resultar preocupante, de no ser por el largo historial médico del líder del Kremlin y porque hay precedentes de que dolencias supuestamente menores han supuesto a veces prolongados periodos de hospitalización. El buen tiempo, que ha hecho que muchos dirigentes políticos aprovecharan para disfrutar en sus dachas del que puede ser el último fin de semana del año sin frío, ha limitado las reacciones. Es probable que hoy mismo vuelvan a alzarse las voces en contra de que la segunda superpotencia nuclear del planeta siga en manos de un presidente que está más tiempo enfermo o recuperándose de una enfermedad que trabajando con normalidad.
Yeltsin ha caído esta vez enfermo en plena guerra de sucesión, con una doble campaña electoral abierta: la de las legislativas de diciembre y la de las presidenciales de junio del 2000. La perspectiva de que el líder del Kremlin no llegue a agotar su mandato evoca situacions preocupantes, y no todas susceptibles de desarrollarse según un guión constitucional. Los principales contendientes a la presidencia serían el ex primer ministro Guennadi Primakov (si su aliado, el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, le deja) y el actual jefe de Gobierno, Vladímir Putin, que está aprovechando su política de mano dura con Chechenia para aumentar espectacularmente su popularidad.
Ofensiva diplomática
Varios enviados del Ministerio de Exteriores viajarán a Pakistán, Irán, Arabia Saudí y Kuwait e intentarán demostrar que Rusia no ha emprendido una persecución étnica y religiosa en Chechenia.
Uno de los principales jefes guerrilleros que combaten en Chechenia, el comandante Jatab, es saudí, al igual que el multimillonario Osama bin Laden, del que se sospecha que ha financiado las incursiones de las milicias wahabíes en Daguestán. Los misiles Stinger con los que supuestamente han derribado las fuerzas chechenas dos aviones rusos son de fabricación norteamericana, pero muy probablemente han sido facilitados por facciones islámicas de Afganistán.
Entretanto, el presidente checheno, Aslán Masjádov, presentaba un plan para acabar con la guerra que pasa por el fin inmediato de las acciones militares rusas y la retirada más allá de las fronteras de la república. A cambio se compromete a evitar la creación y funcionamiento de milicias ilegales. Para evitar que se repitan incursiones como las de agosto y septiembre en Daguestán, propone el despliegue de una fuerza pacificadora con efectivos de las repúblicas rusas del Cáucaso.
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