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Un tigre mordió a un niño en una venta de Sevilla

Carmen Morán Breña

Un niño de alrededor de 13 años permanece ingresado desde el 25 de septiembre en el hospital de Valme, en la localidad sevillana de Dos Hermanas, en donde se recupera de las heridas causadas por un tigre que le mordió en un restaurante de carretera, donde el animal se encontraba en cautividad. El accidente fue conocido ayer.El local, la Venta de Los Naranjos, fue denunciado en febrero de 1996 por la Asociación Andaluza para la Defensa de los Animales (Asanda) porque, por aquella fecha, mantenía en cautividad, según el parte de la Guardia Civil, un chimpancé y dos tigres en una especie de zoológico casero que el propietario montó en una terraza del restaurante.

Unos meses más tarde, en diciembre del mismo año, la Delegación de Agricultura de la Junta de Andalucía comunicó que estaba tramitando el expediente contra los propietarios. Fue la última comunicación que se tuvo al respecto.

Asanda denunció ayer, esta vez ante el Defensor del Pueblo Andaluz, que uno de los tigres que permanecen en la venta había mordido a un niño el pasado 25 de septiembre causándole "graves lesiones".

El hospital donde está ingresado se negó a facilitar datos sobre la situación de la víctima, de la que se desconoce la edad exacta. El menor permanece en la quinta planta del centro sanitario, en la unidad de pediatría, desde el día en que ocurrió el accidente.

Animales de contrabando

La Guardia Civil estuvo en la venta por las mismas fechas en que se tramitó la denuncia de Asanda y levantó un acta de aprehensión por una infracción de contrabando debido a que los dos tigres y el chimpancé que los agentes vieron en el recinto carecían de documentación de procedencia. Los animales llegaron al restaurante cuando cerró el zoológico de San Juan de Aznalfarache, una población del cinturón urbano de Sevilla.

Los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza, Seprona, constataron entonces que todos los animales se encontraban en muy buenas condiciones, bien alimentados y en perfecto estado higiénico, pero tramitaron su acta para que los servicios de Aduanas legalizaran la situación de los animales que vivían en la finca.

Fuentes cercanas a la investigación aseguran que el propietario de la venta es una buena persona, que muestra especial cariño hacia los animales y que siempre estuvo dispuesto a entregarlos, pero nadie quiso hacerse cargo de ellos.

Los tigres y el chimpancé, que permanecían en unas jaulas grandes, eran una de las atracciones del restaurante y se accedía a ellas desde el comedor.

La venta, donde antes se celebraban bodas, bautizos y comuniones, permanece cerrada al público desde hace meses y es utilizada ahora sólo como vivienda.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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