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Concluye la búsqueda de muertos del accidente de Londres sin datos concretos

La penosa búsqueda de víctimas del peor accidente ferroviario hasta la fecha en Londres concluyó ayer sin establecer con precisión el número de muertos en el choque del martes de dos trenes junto a la estación de Paddington. La suerte de por lo menos 127 pasajeros era ayer un misterio mientras aumentaban las críticas a los sistemas de seguridad ferroviaria. En el ambiente de indignación popular ganaba terreno la campaña emprendida por el diario The Sun para exigir la dimisión del ministro de Transportes, John Prescott.

Los informes oficiales señalan que por lo menos cien personas perdieron la vida cuando un tren de la compañía Great Western y otro del Thames Train Service, ambos repletos de pasajeros, colisionaron violentamente a la hora punta matutina del martes transformando un tramo de la vía en un infierno aparentemente a causa del error de uno de los maquinistas, que se saltó un semáforo en rojo. Los conductores de ambos trenes perecieron en el siniestro.Muchas de las víctimas de las que ayer se seguía sin tener noticia podrían haber perecido consumidas en el incendio que siguió al impacto, en el que se alcanzaron temperaturas en torno a los 1.000º centígrados. Rebuscando entre los restos retorcidos de vagones destrozados y en las inmediaciones de la zona del siniestro, los equipos de rescate dijeron ayer que podían oir los pitidos de teléfonos portátiles entre la montaña de chatarra, que ha sido cubierta con un enorme manto de lona. Las llamadas recibidas y las realizadas pulsando la tecla de rellamada para localizar la última realizada desde los aparatos permitía identificar a algunas de las víctimas. Al caer la noche, se afianzaban los temores de que el accidente puede haber causado 170 muertes.

Decenas de automóviles vacíos continuaban aparcados en la estación de Kembler, donde muchos de los pasajeros abordaron uno de los trenes. "Nadie sabe si sus dueños sobrevivieron al choque", dijo un portavoz de la policía que ha iniciado una gigantesca operación para tratar de localizar a supervivientes en la cada vez más improbable tarea de rescate.

Señalización defectuosa

En la confusión que imperaba anoche a pesar de la vasta operación de rescate una de las pocas cosas que emergía con relativa nitidez era la teoría de que la tragedia fue provocada por el defectuoso sistema de señalización.La investigación se centraba en un semáforo cuya luz roja pasó inadvertida a uno de los maquinistas en su raudo avance hacia Londres. "Esta desgracia es aún mas dolorosa porque tendremos que aceptar el hecho de que posiblemente hay muchos muertos a los que lamentablemente jamás podremos dar cristiana sepultura", dijo el reverendo Domic Walker, obispo de la comunidad de Reading refiriéndose a la posibilidad de que muchos de los pasajeros quedaran pulverizados o incinerados en lo que uno de los policías en el escenario de la tragedia describió como "un mar de cenizas". "No sabemos qué es lo que ha quedado debajo de los escombros", agregó con tono sombrío Tony Thompson, superintendente de la policía de transportes.

El Gobierno laborista del primer ministro Tony Blair, entre tanto, dispuso una serie de medidas para superar las deficiencias de los sistemas de seguridad ferroviaria con un presupuesto adicional de mil millones de libras esterlinas. "Lo importante es la seguridad, no las ganancias de las compañías privadas de servicios ferroviarios", subrayó enfáticamente el viceprimer ministro Prescott a cuyo despacho llegó ayer un volumnioso informe según el cual el semáforo dio luz verde al maquinista del tren de Great Western y de Railtrack. Es precisamente ese semáforo el que, según varias versiones, aparte de estar mal colocado, registró en el último año por lo menos doce casos de defectos.

La tragedia, con los luctuosos resultados que mantienen atónitos a los británicos, ha generado un furor sin precedentes entre los millones de usuarios y amenazas de huelga del sindicato de trabajadores ferroviarios para obligar a las compañías de trenes (privatizadas en la última década) a introducir una radical modernización de los sistemas de seguridad.

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