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Reportaje:

El PNV y el pacto nacionalista

El partido de Arzalluz convierte en doctrina estratégica su giro hacia la alianza entre nacionalistas

La apuesta por la alianza entre nacionalistas, ya plasmada en la práctica política del PNV en el último año, constituye el núcleo de las novedades que la ponencia política del PNV para su Asamblea General (congreso) de enero aporta con respecto a la que está en vigor, la aprobada en 1995. La colaboración será posible con cualquier fuerza nacionalista que no utilice la violencia y que opere con reglas democráticas. El partido de Arzalluz considera necesario el trabajo en común entre quienes comparten "un ideario nacionalista" para extender el convencimiento de que el pueblo vasco es una nación y tiene derecho a "decidir libremente su futuro". "Ese ideal político es lo que nos une y permite crear una plataforma de colaboración", dice la ponencia, que propone se concrete en un Consejo de Partidos. "Es legítimo creer en la Nación vasca y es legítimo colaborar entre quienes creemos en ella", subraya.El hecho de convertir la práctica del último año, incluido el pacto con EH, en guía de actuación para los cuatro de vigencia de la ponencia se considera ya "un riesgo" en algunos sectores del partido, que temen que el panorama actual de alianzas tenga que verse reformulado en el futuro. Esos sectores piensan que los autores del texto han escrito pensando en los radicales socios del PNV en el Parlamento de Vitoria, ignorando la necesidad que pueden tener de los dos grandes partidos, PSOE y PP.

En la ponencia de 1995 el PNV consideraba ya como sus grandes metas la soberanía, la unidad territorial y "la independencia en Europa". Combinaba ese pronunciamiento con el pragmatismo de la vía estatutaria y la llamada a la reflexión sobre la utilidad futura del Estatuto de Gernika y otras opciones posibles. Más o menos como ahora, ya que tampoco se concretan estas últimas. La ponencia actual sigue teniendo por irrenunciables los conceptos de nacionalidad y unidad, soberanía, autodeterminación e independencia. El PNV se proponía la articulación territorial y cultural, "desde el Adour hasta el Ebro", como una tarea de futuro que consideraba "más posible desde las nuevas realidades europeas". Se rechazaban la imposición o la presión irracional en busca de fórmulas homogeneizadoras.

Ahora se deja sentado que "la institucionalización de Euskadi" como país europeo pasa por "la acción concertada de la Comunidad Autónoma Vasca, la Comunidad Foral Navarra y una Iparralde (País Vasco francés) institucionalizada". "La incorporación de nuevos países recientemente independizados, de población menor y economía más débil que la nuestra", dice, sería una prueba de lo factible de la aspiración, manifestada hace meses por el portavoz del PNV, Joseba Egibar, de que Euskadi cumpla en el año 2004 las condiciones políticas para ser miembro de pleno derecho de la Unión Europea. El camino pasa, en todo caso, por "el convencimiento y la adhesión de la mayoría de los ciudadanos vascos y por un pronunciamiento público de voluntad que nadie podrá impedir por la fuerza".

- ETA. El PNV consideraba en 1995 a ETA como una organización de "esquema leninista", sin "señas preferentes de identidad nacionalista vasca". Hoy ETA "busca un camino que releve su actividad armada" y el PNV se muestra dispuesto a seguir "moviéndose", advirtiéndole de que no le conducirá a "colaboraciones incompatibles" con su "ser político" y le recuerda que "sobra y estorba".

- Paz. El PNV formuló hace cuatro años su intención de explorar "todas las vías" que considere "justas para superar el conflicto". La actual ponencia sólo abunda en el texto de 1997 en el que el PNV anunció contactos "sin exclusiones" en busca de la paz, incorpora la doctrina del plan Ardanza y del Pacto de Lizarra y pide "negociación política entre todos los partidos".

- Autodeterminación. Su reconocimiento es un derecho democrático a alcanzar, ya proclamado en 1990 por el Parlamento vasco; es soberanía y capacidad de elección. Es indiferente que lo recoja o no la Constitución.

- Construcción nacional. Es un proceso dinámico que incluye las eventuales "decisiones plebiscitarias" que el pueblo vasco pueda adoptar.

- Estatuto de Autonomía. Fue punto de encuentro de la pluralidad política vasca y ha dado frutos que se le reconocen. Fue erróneo el diagnóstico sobre su capacidad para cerrar el contencioso vasco a causa de la "deslealtad" de los órganos centrales del Estado. No está muerto y no se abandona como "vía de poder real" porque el pragmatismo es tan importante como el ideal.

- Nuevo marco político-jurídico. El incumplimiento del Estatuto agota un ciclo y dibuja una "transición inacabada" que exige un nuevo consenso político. Éste debe dar a luz un nuevo marco de convivencia entre los poderes vasco y español. Ese marco deberá respetar el derecho de Euskadi a definir su futuro, la relación interterritorial y la externa.

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