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Los traficantes inventan métodos más seguros y rutas alternativas para introducir la cocaína

Los viejos contrabandistas gallegos lo saben bien: hay que ser más listo que la policía y, si no, más rápido. En esa batalla se encuentran ahora los traficantes colombianos de cocaína, a quienes la policía viene asestando golpes muy duros en los últimos años. Dos expertos en la lucha contra el narcotráfico -José García Losada, jefe de la Unidad Central de Estupefacientes de la policía española, y el general Rosso José Serrano Cadena, director de la policía de Colombia- coinciden en que los capos están rediseñando sus rutas para introducir la mercancía en Europa. También se aplican en la invención de nuevos métodos. Desde los grandes depósitos de coca en el Caribe hasta utilizar de compinche al cartero. Sin que él lo sepa, claro.

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García Losada sonríe cuando lo cuenta. Él es quizás el policía español que más dinero le ha hecho perder al narcótráfico, pero al tiempo no deja de admirarse por la inventiva de los traficantes. De ejemplo pone el último método para burlar los controles aduaneros. Nada más fácil que mandar desde España un paquete postal a Colombia u otro país del entorno utilizando una empresa de mensajería o el mismísimo servicio de Correos y Telégrafos. Todo legal hasta que el envío llega a Suramérica. Una vez allí, el destinatario recibe el paquete con su inocente carga: libros, discos de música... A los pocos días, y aquí viene el truco, el paquete es depositado de nuevo en la empresa de mensajería -apa-rentemente sin abrir pero ya cargado de droga- alegando que hubo un error, que a quien realmente va dirigido no vive en la dirección consignada. La empresa lo devuelve a España. ¿Quién va a sospechar de un paquete de libros devuelto sin abrir?No supone más que una anécdota en las grandes cifras del narcotráfico, pero deja bien a las claras el continuo reciclaje de los profesionales de la droga. El general Serrano -conocido en su país como Zorro José por su buen olfato contra el crimen- explica que "ya no existen cartelazos en Colombia como los de Cali o Medellín, ahora son cartelitos, pero con métodos muy sofisticados y grandes apoyos de todo tipo -financieros, logísticos- en el exterior". De ejemplo saca a relucir el problema de los precursores de la droga, las sustancias químicas imprescindibles para refinar la cocaína: "Se fabrican legalmente en Europa -en España, en Bélgica- y luego se exportan hacia Colombia; si ustedes no nos ayudan desde aquí", aseguraba la pasada semana en Madrid, "será imposible que nosotros ganemos la batalla allí". Hace sólo unos meses, el pasado mes de abril, la colaboración hispano-colombiana sí funcionó. Y el resultado fue espectacular: fueron detenidas varias personas e incautadas 12 toneladas de permanganato de potasio, suficientes para refinar unas 60 toneladas de cocaína.

De la información suministrada por García y Serrano se pueden extraer varias conclusiones sobre el funcionamiento de las rutas de la coca. La primera y principal es que la línea directa Colombia-España ha pasado a la historia. Es demasiado sospechosa. Ninguno de los tres métodos principales para enviar droga -pasadores o mulas, grandes embarcaciones y contenedores- utilizan ya el camino más corto. Los pasadores o mulas (personas que camuflan la coca en su equipaje o en su propio cuerpo) escogen rutas menos quemadas. Salen de Venezuela, México o Puerto Rico; llegan a Bélgica, a Holanda, a Italia...

La segunda conclusión es que los grandes envíos de cocaína tampoco parten directamente desde Colombia. Los cárteles bombean continuamente la droga desde sus laboratorios hasta grandes zulos situados en México u otros países del Caribe. Desde allí se facturan los alijos. Sólo así se puede explicar que a pesar de las grandes aprehensiones conseguidas por los agentes españoles -18 toneladas en 1997, 13 toneladas en 1998, 15 en lo que va de año- el precio de la dosis no se incremente tras una gran operación; ni que se noten síntomas de desabastecimiento.

Los nuevos puertos

Las rutas de los grandes barcos también han cambiado. Es muy difícil ya que atraquen en un puerto español. O bien trasvasan la mercancía a barcos más pequeños todavía en alta mar -pesqueros y lanchas rápidas- o buscan el resguardo de puertos menos fichados por la policía: Mediterráneo, norte de Europa. Ya desde allí, y por vía terrestre, la cocaína llega a España, donde también existen zulos o almacenes dispuestos a satisfacer la demanda de cada momento. La policía considera acreditado que los narcos colombianos tienen en los viejos contrabandistas gallegos de tabaco y estraperlo a sus mejores compinches. Los pagan en especie. Los delincuentes gallegos se quedan con parte de la droga que consiguen poner a buen recaudo.El último gran método son los contenedores. Sigue siendo muy difícil para la policía descubrir la droga en el interior de un contenedor. Porque también van quedando atrás los contenedores llenos hasta arriba de cocaína. Ahora todo es más complicado y, por tanto, más sutil. La droga puede viajar -juris-prudencia al canto- en el interior de limones que parecen de verdad pero que son de mentira, en los tallos de flores frescas, disuelta en bebidas alcohólicas o perfume. Hasta en el hielo del pescado congelado. ¿Y quién es el policía que se atreve a echar a perder un contenedor de langosta si no sabe a ciencia cierta que tiene truco?

El viejo juego de policías y ladrones se hace cada vez más sofisticado. García y Serrano son los más listos del lado de los buenos. Del lado de los malos, los más listos son los que permanecen con el rostro anónimo, bajo la apariencia de respetables hombres de negocio. Porque, como dice Serrano, también en eso ha cambiado el paisaje: "Los narcos han renunciado a controlar el país, a adorar el poder, a entrar en los restaurantes rodeados de matones con metralleta, ahora son muchos más y mucho más listos; es tan difícil cogerlos... Ayúdennos".

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